Su verdadero nombre fue el de Eloy Gonzalo García. Se le supone hijo natural de un ricachón incontrolable y calavera vecino de Malaguilla, más conocido en los pueblos de la Campiña Guadalajareña por “el Tío Gonzalillo”, quien jamás lo quiso reconocer como hijo, y de una mujer vendedora de melones y otros artículos de huerta, natural y residente en el vecino lugar de Cabanillas del Campo. Al poco de nacer, el niño fue llevado a una inclusa de la capital de España.
El "Héroe de Cascorro" escribió en la Guerra de Cuba una página de alto riesgo siendo muy consciente de lo que le podría venir como consecuencia si no moría en el intento. No obstante, tuvo la suerte de salir salvo después de incendiar, valiéndose de una lata de petróleo, la guarnición de insurrectos cubanos que tenían cercado y a su merced al destacamento militar español.
Eloy Gonzalo murió poco después en Matanzos, en julio de 1897, tal vez a causa de las secuelas del acto de valor que le haría famoso. Su cuerpo fue repatriado, y enterrado junto al de otros combatientes de la Guerra de Cuba, en un mausoleo del cementerio madrileño de la Almudena.
La ciudad de Madrid le dedicó una calle y una de las plazas más conocidas y más castizas de su casco antiguo, así como en el año 1902 el popular monumento en bronce, obra del segoviano Aniceto Marinas, que en su memoria se alza en el Rastro, cuya imagen encabeza esta breve información
El "Héroe de Cascorro" escribió en la Guerra de Cuba una página de alto riesgo siendo muy consciente de lo que le podría venir como consecuencia si no moría en el intento. No obstante, tuvo la suerte de salir salvo después de incendiar, valiéndose de una lata de petróleo, la guarnición de insurrectos cubanos que tenían cercado y a su merced al destacamento militar español.
Eloy Gonzalo murió poco después en Matanzos, en julio de 1897, tal vez a causa de las secuelas del acto de valor que le haría famoso. Su cuerpo fue repatriado, y enterrado junto al de otros combatientes de la Guerra de Cuba, en un mausoleo del cementerio madrileño de la Almudena.
La ciudad de Madrid le dedicó una calle y una de las plazas más conocidas y más castizas de su casco antiguo, así como en el año 1902 el popular monumento en bronce, obra del segoviano Aniceto Marinas, que en su memoria se alza en el Rastro, cuya imagen encabeza esta breve información
1 comentario:
Me gustaría tener los textos de su consejo de guerra
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