Se trata de una hermandad existente en la ciudad de Guadalajara con orígenes que posiblemente se remonten al siglo XVI. Pertenecen a ella desde su fundación hombres casados y se transmite por línea familiar de padres a hijos.
Se llamó en la antigüedad Asociación de Socorros Mutuos, nombre que siguió manteniendo después de su refundación en 1814, pasada la Guerra de la Independencia en la que habían muerto casi todos sus componentes. Hoy se le conoce por el apelativo popular de Cofradía de los Apóstoles.
Su actividad principal, en la capital de provincia, se limita a pasear ataviados con túnica al uso de la época en la procesión del Corpus Christi, representando a Jesucristo y a cada uno de los doce Apóstoles. Los hermanos calzan sandalias de cuero y portan en sus manos, cada uno durante todo el desfile, el atributo personal por el que se le distingue o la enseña de su martirio. Es típica en la fiesta del Corpus guadalajareño la imagen de los cofrades rodeados por centenares de niños y niñas de Primera Comunión con sus trajecitos blancos durante la procesión. La ordenanza interna de la Hermandad les prohíbe bajo multa testimonial volver la vista atrás a lo largo de todo el desfile por las principales calles de la ciudad, excepto al personaje que encarna la figura de Jesús que puede hacerlo hasta tres veces.
Una novela de Salvador García de Pruneda, titulada El Corpus Christi de Francisco Sánchez, tiene como tema exclusivo la actividad de esta cofradía y de sus componentes durante una imaginaria festividad del Corpus en Guadalajara.
Se llamó en la antigüedad Asociación de Socorros Mutuos, nombre que siguió manteniendo después de su refundación en 1814, pasada la Guerra de la Independencia en la que habían muerto casi todos sus componentes. Hoy se le conoce por el apelativo popular de Cofradía de los Apóstoles.
Su actividad principal, en la capital de provincia, se limita a pasear ataviados con túnica al uso de la época en la procesión del Corpus Christi, representando a Jesucristo y a cada uno de los doce Apóstoles. Los hermanos calzan sandalias de cuero y portan en sus manos, cada uno durante todo el desfile, el atributo personal por el que se le distingue o la enseña de su martirio. Es típica en la fiesta del Corpus guadalajareño la imagen de los cofrades rodeados por centenares de niños y niñas de Primera Comunión con sus trajecitos blancos durante la procesión. La ordenanza interna de la Hermandad les prohíbe bajo multa testimonial volver la vista atrás a lo largo de todo el desfile por las principales calles de la ciudad, excepto al personaje que encarna la figura de Jesús que puede hacerlo hasta tres veces.
Una novela de Salvador García de Pruneda, titulada El Corpus Christi de Francisco Sánchez, tiene como tema exclusivo la actividad de esta cofradía y de sus componentes durante una imaginaria festividad del Corpus en Guadalajara.
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