La villa de Brihuega se alza sobre un altiplano de la vega del Tajuña en la margen derecha del río. Cuenta con 3.038 habitantes de derecho incluidos los de sus pueblos anexionados que oscilan en torno a los 700 habitantes en conjunto. Separan a esta villa de Guadalajara 32 kilómetros de distancia; la extensión de su término, a la que se debe sumar la de los restantes municipios anejos, es de 293,1 km². y está situada a 897 metros de altura sobre el nivel del mar. Los pequeños municipios de la Alcarria anexionados al ayuntamiento de Brihuega son Archilla, Balconete, Castilmimbre, Cívica, Fuentes de la Alcarria, Hontanares, Malacuera, Olmeda del Extremo, Pajares, Romancos, Tomellosa, Valdesaz, Villaviciosa y Yela.
Se trata de una de las villas más interesantes de Guadalajara y fue, hasta que por imposición administrativa se fueron disolviendo, cabecera de uno de los nueve partidos judiciales históricos en que se dividió la provincia. Durante casi quinientos años la villa de Brihuega se vio rodeada de murallas que concluyó en el siglo XIII su señor y arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada. Es dato importantísimo en su pasado la fecha del 9 de diciembre de 1710, cuando las tropas de Felipe de Anjou (luego Felipe V) consiguieron abrir a cañonazos parte de la muralla y hacer saltar de manera violenta las puertas de San Felipe y de la Cadena, justo cuando se libró la batalla definitiva contra el Archiduque Carlos, que puso en el trono español a la nueva dinastía francesa de los Borbones.
La Plaza del Coso, que es la principal de las plazas de Brihuega, adquirió nombradía por sus antiguos mercados, y en ella se encuentra hoy la puerta ojival de una Cueva Árabe, muestra de las típicas bodegas de la Alcarria. Son sitios evocadores y románticos dentro de la villa la plazuela de Herradores y la Fuente Blanquina; el castillo de la Peña Bermeja, bello mirador sobre las vegas del Tajuña; el Prado de Santa María y, sobre todo, sus famosos Jardines, situados junto al anillo de la que fuera en otro tiempo la Real Fábrica de Paños, sobre una prominencia que los briocenses conocen por Cerro de la Horca.
De las infinitas leyendas y tradiciones que se conservan en Brihuega, es muy conocida la que hace referencia a la princesa Elima y Santa María de la Peña, donde se habla de la conversión a la fe cristiana de una de las hijas del rey moro Almamún, tras haber tenido durante la noche una visión sobrenatural en la que se le apareció sobre una peña la Madre de Dios.
En la nómina de residentes ilustres y de figuras señeras de la Historia de España, registra Brihuega nombres tan significativos como el del rey de Castilla Alfonso VI, el rey moro Almamún, o los cardenales Ximénez de Rada o Tavera, ambos arzobispos de Toledo en sus respectivas épocas.
Como ciudad monumental son infinitos los atractivos que la villa guarda procedentes de otros tiempos; sobre todo por cuanto se refiere a recuerdos medievales allí presentes todavía en algunas de sus iglesias, en varios arcos de entrada como el de Cozagón, y en los restos de muralla todavía en pie.
Se trata de una de las villas más interesantes de Guadalajara y fue, hasta que por imposición administrativa se fueron disolviendo, cabecera de uno de los nueve partidos judiciales históricos en que se dividió la provincia. Durante casi quinientos años la villa de Brihuega se vio rodeada de murallas que concluyó en el siglo XIII su señor y arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada. Es dato importantísimo en su pasado la fecha del 9 de diciembre de 1710, cuando las tropas de Felipe de Anjou (luego Felipe V) consiguieron abrir a cañonazos parte de la muralla y hacer saltar de manera violenta las puertas de San Felipe y de la Cadena, justo cuando se libró la batalla definitiva contra el Archiduque Carlos, que puso en el trono español a la nueva dinastía francesa de los Borbones.
La Plaza del Coso, que es la principal de las plazas de Brihuega, adquirió nombradía por sus antiguos mercados, y en ella se encuentra hoy la puerta ojival de una Cueva Árabe, muestra de las típicas bodegas de la Alcarria. Son sitios evocadores y románticos dentro de la villa la plazuela de Herradores y la Fuente Blanquina; el castillo de la Peña Bermeja, bello mirador sobre las vegas del Tajuña; el Prado de Santa María y, sobre todo, sus famosos Jardines, situados junto al anillo de la que fuera en otro tiempo la Real Fábrica de Paños, sobre una prominencia que los briocenses conocen por Cerro de la Horca.
De las infinitas leyendas y tradiciones que se conservan en Brihuega, es muy conocida la que hace referencia a la princesa Elima y Santa María de la Peña, donde se habla de la conversión a la fe cristiana de una de las hijas del rey moro Almamún, tras haber tenido durante la noche una visión sobrenatural en la que se le apareció sobre una peña la Madre de Dios.
En la nómina de residentes ilustres y de figuras señeras de la Historia de España, registra Brihuega nombres tan significativos como el del rey de Castilla Alfonso VI, el rey moro Almamún, o los cardenales Ximénez de Rada o Tavera, ambos arzobispos de Toledo en sus respectivas épocas.
Como ciudad monumental son infinitos los atractivos que la villa guarda procedentes de otros tiempos; sobre todo por cuanto se refiere a recuerdos medievales allí presentes todavía en algunas de sus iglesias, en varios arcos de entrada como el de Cozagón, y en los restos de muralla todavía en pie.
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