martes, 2 de agosto de 2011

PROCESIÓN MARINERA EN EL LAGO DE BOLARQUE



Tantos años viajando por la provincia, en todas las direcciones de que es capaz la rosa de los vientos, y todavía me faltaba algo muy importante que conocer, algo de lo que por fin he tenido ocasión no sólo de conocer, sino también de vivir. Fue hace dos semanas con motivo de la celebración de la fiesta de su Patrona, la Virgen del Carmen, por miembros de la Real Liga Naval Española, la Asociación Lago de Bolarque, el Ayuntamiento de Almonacid y los pueblos ribereños del entorno de la Sierra de Altomira donde, como sabido es, se encuentra el tercero en capacidad de los grandes pantanos alcarreños, el de Bolarque, encajado entre violentos declives de pinar, de bosque bajo y de enormes roquedas, que acogen como reliquia de un pasado lejano las venerables ruinas del famoso Desierto Carmelita, un dato más de esta vivencia única y del que probablemente hablaremos después.
Hace muchos años, más de cincuenta, que estas tierras se pusieron de moda con la construcción paulatina de una de nuestras más importantes urbanizaciones de recreo, la conocida con aquel nombre tan pretencioso de “Nueva Sierra de Madrid”, que muy pronto comenzaría a tomar popularidad en las décadas medias del pasado siglo.


En el Náutico
Aunque siempre he tenido noticia de su existencia, nunca había estado dentro de la urbanización y mucho menos de su Club Náutico, que con acierto instalaron al final de la misma en un recodo muy oportuno que dibujan las costas del embalse, y al que se accede con relativa facilidad por pavimento adecuado, salvando a intervalos los caprichos naturales de la vertiente que al final se bifurca en dos direcciones: la playa y el náutico. Es en el náutico donde cada 16 de julio, desde el año 2000 y sin interrupción, se repite este singular acontecimiento.
Serían las once de la mañana. Los marinos, vestidos de riguroso uniforme, y los asistentes, muchos de ellos procedentes de los pueblos cercanos con sus autoridades a la cabeza, ocupaban los espacios del náutico frente a decenas, o centenares quizá, de barcas ancladas en el embarcadero. Los actos comenzarían minutos después.
Un pequeño altar de campaña, improvisado a la sombra de los árboles, sirvió de ara para la celebración de la Santa Misa en honor de la Patrona de de la Marina Española y de las gentes del mar. La ceremonia fue presidida por don José Félix, párroco de Albalate, acompañado como concelebrante por don Carlos, párroco de Almoguera. Una buena parte de los asistentes estuvimos sentados en varias decenas de sillas portátiles dispuestas para el acto. Bonita homilía la del páter acerca del origen y significado de la fiesta y de la invocación mariana del Carmelo a través de los siglos, partiendo del profeta Elías. Al final se cantó la Salve Marinera.
Y enseguida la procesión, con el estandarte y enseña de la Liga Naval Española, miembros de la Patrulla Auxiliar Marítima con algunos ejemplares de perros Terranova, banda de música, imagen de la Virgen del Carmen a hombros de cuatro marinos, sacerdotes y religiosas, y público asistente preparado para embarcar en el catamarán de la Virgen y en una serie de barcas, cerca de cuarenta, que habrían de acompañar en emotiva procesión sobre las aguas a la imagen de la Patrona del Mar.
Era la edición número once de esta fiesta marinera que se celebraba en el embalse de Bolarque. Su origen es reciente, pero el entusiasmo de los organizadores garantiza un futuro consolidado y duradero para un acontecimiento que, si las entidades y vecindario de los pueblos cercanos se unen a él con el interés que merece, puede tomar en poco tempo carta de naturaleza no sólo en esta determinada comarca de la Baja Alcarria, sino en toda la provincia de Guadalajara como cosa propia, e incluso en la región al menos por lo que tiene de interesante a insólito en un paraje singular, bello como pocos, de tierra adentro.
Desde su inicio hasta el final la procesión marina debió de durar cerca de una hora. La pequeña imagen de la Virgen navegó acompañada por los sacerdotes concelebrantes, algunas religiosas, autoridades, los músicos y los miembros de la Liga Naval encargados de portarla a hombros durante la procesión terrestre hasta el embarcadero. Siguiéndola a una distancia suficiente para no molestarse entre sí unas a otras con el oleaje, el resto de las barcas. Soplaba algo de viento y las barcas a motor navegaban a una velocidad moderada. A un lado y al otro del pantano la naturaleza en su estado puro, a la que solamente -debido a la verticalidad y a la magnitud de las peñas- es posible aproximarse por caminos acuáticos.
Al cabo del tiempo de navegación previsto llegamos frente a un lugar señero en la historia de estas tierras que, ¡Oh, casualidad!, tanto tenía que ver con la festividad del día. Eran las venerables ruinas del famoso Desierto de Bolarque, es decir, lo que antes fue convento de monjes carmelitas descalzos de Nuestra Señora del Monte Carmelo, importante foco de espiritualidad del pasado en tierras de la Alcarria, olvidadas hoy y medio ocultas entre la vegetación al margen de las aguas.

El Desierto de Bolarque.
Se fundó este convento en el año 1512 con el fin de reformar la vida y costumbres de los frailes carmelitas del convento de Pastrana. Fue fundado a iniciativa e impulso de un joven religioso de la Orden, Fray Alonso de Jesús y María. Los propios monjes corrieron con los trabajos de construcción de su iglesia (de la que todavía quedan en pie algunos de sus muros), del atrio, y de toda una serie de pequeñas ermitas situadas a más o menos distancia del edificio central, en donde los monjes pasaron gran parte de su vida ocupados en la oración y en los trabajos. El rey Felipe II visitó este convento como patrón que fue de la capilla mayor. El Consejo de Castilla ayudó mucho a los monjes residentes durante los dos primeros siglos de su existencia. Un lienza de Tristán procedente del Desierto, y tal vez algunos otro objetos religiosos más, fueron recuperados para el convento y colegiata de Pastrana. Durante los cuatro siglos aproximadamente que tuvo de existencia el Desierto de Bolarque fue pasto de las llamas en varias ocasiones, perjuicio que los propios monjes se encargaron de restaurar, hasta su final definitivo en el año 1835, cuando la no menos famosa Desamortización de las posesiones de la Iglesia, de tan infausta memoria, acabaría con él par siempre dejando como recuerdo algunos documentos que lo avalan, varios objetos recuperados como antes se ha dicho, y estas ruinas a cuya altura se detiene cada año en esta mis fecha el catamarán de la Virgen, se bendicen las embarcaciones participantes, se arrojan pétalos de flores a la imagen, y se inicia el viaje de regreso hasta el punto de partida, el Náutico, donde se servirá un refrigerio a los asistentes y se darán por terminados los actos religiosos de la mañana bien pasada la hora del medio día.

José Carlos Tamayo
Toda esta actividad, puntual e interesantísima, pero una más de las que se llevan a cabo a lo largo del año, cuenta como es fácil suponer con un importante grupo de colaboradores a cuya cabeza se encuentra, como columna principal de sostenimiento, don José Carlos Tamayo, miembro de la R.L.N.E. de la que es presidente de la delegación Mares de Castilla; presidente a la vez de la asociación Lago de Bolarque, y director de una revista periódica, Lago y Montaña, modélica en su género, cumplida sobradamente en presentación y contenido, que cuenta como exclusivos con todos aquellos temas que tienen relación con la Liga Naval Española, con la asociación Lago de Bolarque, y con todo lo que de una manera o de otra tiene algo que ver con este escogido fragmento de nuestra geografía provincial, como parte integradora de su proyecto inicial en el que colaboran, también de manera desigual y tal vez en menor mediada de lo que debiera ser, pueblos e instituciones.
No quiero acabar sin hacer mención a mi reciente nombramiento como Miembro Honorífico de la asociación Lago de Bolarque; un detalle inmerecido, producto del celo por esta comarca y de la generosidad desmedida e injustificada de D. José Carlos Tamayo Gálvez, un hombre de la mar que se ocupa, dentro de sus posibilidades, de trasladar la brisa marina con todos sus encantos y sus misterios a este singular rincón de la Alcarria.

No hay comentarios: