miércoles, 8 de octubre de 2008

HISTORIAS MENORES DEL PALACIO DEL INFANTADO (IV)


CÁMARA NUPCIAL

Siglo y medio después de aquel real acontecimiento como lo fue boda de Felipe II con su tercera mujer, Isabel de Valois, que tuvo lugar en el Palacio del Infantado en el año 1559, otro hecho similar tuvo por escenario al más importante de los edificios civiles de Guadalajara. Éste durante la Navidad de 1714, siendo rey de las Españas Felipe V, viudo a la sazón de su primera esposa, la reina Maria Luisa Gabriela de Saboya.
Sucedió que Felipe V se había casado por poderes con la hija del duque de Parma, Isabel de Farnesio, diez años más joven que él. El rey estaba perdidamente enamorado de ella antes de conocerla y, desde el momento en que la vio, dicen que enloqueció hasta olvidarse por completo de la dulce María Gabriela.
La antevíspera de la Navidad, el rey salió a esperar a su nueva esposa hasta Jadraque, donde ella, apenas llegar y sin la menor pérdida de tiempo, abofeteó y empujó por una escalera a la ya anciana Princesa de los Ursinos, consejera hasta entonces del que ya era su marido. Dicen que por haberse atrevido a criticar los vestidos que traía de su país. Dio orden tajante a la guardia con esta frase que ha pasado a la historia: “Llevaos a esta loca y echarla fuera del reino”. La Princesa de los Ursinos partiría hacia Francia aquella misma noche, para no volver nunca.
El joven rey -treinta años contaba en aquel momento- llegó a Jadraque, allí se encontró con su nueva esposa, y con toda urgencia emprendieron el camino hacia Guadalajara en una mañana desapacible. Llegaron al paladio del Infantado, ocuparon inmediatamente la cámara que había sido reservada para tan histórico encuentro, y, cuentan, que los nuevos esposos no salieron de allí hasta muy entrado el día siguiente; aunque, eso sí, con un descanso hacia la media noche para asistir a la Misa del Gallo.

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