EL PASO DEL MAROJO
Se trata de un rito ancestral que, en ocasiones, practican los habitantes del pueblecito alcarreño de San Andrés del Rey, para curar a los niños enfermos de hernia inguinal.
La ceremonia tiene lugar a las del alba, el día de San Juan, en un paraje próximo al pueblo donde se ha rajado un marojo tierno previamente tirando de sus ramas. Un hombre se sube a la copa de un árbol del contorno y anuncia a gritos que el sol está a punto de salir. Cuando el astro inicia su aparición por el horizonte el vigía lo hace saber a la concurrencia con otro grito. El niño ha de estar completamente desnudo. Mientras el sol va saliendo, otro hombre llamado Juan, le entrega el niño a una mujer de nombre María, pasándolo por entre las ramas del marojo, en tanto que dice: "Este niño ha de sanar la mañana de San Juan. Tómalo, María". La mujer, seguidamente, repite la acción y pronuncia la misma frase con un "Tómalo, Juan". Y así por tres veces. Luego ponen al niño, supuestamente curado, en los brazos de su madre, a la que saludan y felicitan los convecinos que han acudido a contemplar la ceremonia, con otra frase ritual: "Dios y San Juan quieran que el marojo lo sane". Los padrinos (Juanes) cierran la raja que se hizo en el tronco del árbol, la rodean con peladuras tiernas de mimbre que recubren con barro. Si la herida en el marojo cicatriza, el niño sanará; si no es así, continuará enfermo. Al arbolillo cicatrizado se le pondrá el nombre del niño, y quedará exento de que alguien lo tale.
La fotografía está tomada en la Plaza del Ayuntamiento de San Andrés del Rey.
La ceremonia tiene lugar a las del alba, el día de San Juan, en un paraje próximo al pueblo donde se ha rajado un marojo tierno previamente tirando de sus ramas. Un hombre se sube a la copa de un árbol del contorno y anuncia a gritos que el sol está a punto de salir. Cuando el astro inicia su aparición por el horizonte el vigía lo hace saber a la concurrencia con otro grito. El niño ha de estar completamente desnudo. Mientras el sol va saliendo, otro hombre llamado Juan, le entrega el niño a una mujer de nombre María, pasándolo por entre las ramas del marojo, en tanto que dice: "Este niño ha de sanar la mañana de San Juan. Tómalo, María". La mujer, seguidamente, repite la acción y pronuncia la misma frase con un "Tómalo, Juan". Y así por tres veces. Luego ponen al niño, supuestamente curado, en los brazos de su madre, a la que saludan y felicitan los convecinos que han acudido a contemplar la ceremonia, con otra frase ritual: "Dios y San Juan quieran que el marojo lo sane". Los padrinos (Juanes) cierran la raja que se hizo en el tronco del árbol, la rodean con peladuras tiernas de mimbre que recubren con barro. Si la herida en el marojo cicatriza, el niño sanará; si no es así, continuará enfermo. Al arbolillo cicatrizado se le pondrá el nombre del niño, y quedará exento de que alguien lo tale.
La fotografía está tomada en la Plaza del Ayuntamiento de San Andrés del Rey.
1 comentario:
Qué susto, me pensé que ibas a escribir sobre el "Paso del Mar Rojo" que hicieron los israelitas cuando huyeron del Emperador de los Egipcios. Como siempre, Pepe, muy bueno, contigo siempre se aprende algo nuevo.
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