En la mañana del pasado viernes compartí unos
minutos de amistad en los locales de la Editorial Aache con el gerente y
fundador de la conocida empresa guadalajareña, Dr. Herrera Casado, compañero de
página durante tantos años (casi cuarenta) en el periódico “Nueva Alcarria”,
editor de varios de mis libros y, sobre todo, amigo, aunque nos solamos ver de
tarde en tarde.
Centenares de libros editados por
Aache se muestran en los anaqueles del salón principal, en el que habitualmente
trabaja don Antonio al pie del ordenador. Cronista Provincial, doctor en
Medidina, digno sucesor en ambos quehaceres de su antecesor el Dr. Layna
Serrano, don Antonio se dedica, una vez jubilado, al que siempre fue su hoby:
escribir, publicar y editar libros, propios y de otros muchos autores, teniendo
como norma característica la pulcritud, la elegancia y la inmejorable calidad
de lo que hace.
Como en la inmensa mayoría de la
industria editorial, el Dr. Herrera se queja, no sin razón, del escaso interés
que los españoles de hoy tenemos por la lectura; una muestra inequívoca de que
nuestros intereses, en términos bastante generalizados, van por otros caminos,
no precisamente por los del saber, del estudio, de la cultura… Y si a eso
añadimos las muchas facilidades que los medios modernos nos ofrecen para
hacernos gratuitamente con libros electrónicos –que jamás suplirán al papel-,
la situación se agrava todavía más.
Rodearse de libros produce una
inefable sensación de gozo, a mí me sucede; y hablar de ellos como fuente que
son de conocimientos en su propia cuna, es una experiencia verdaderamente
satisfactoria. Al final de la visita, el cronista, editor y amigo, pidió que
Águeda, su hija, ya directora y responsable oficial de la empresa, nos sacase
una fotografía para la exposición de Aache, detalle al que accedí de mil
amores. Es la que aquí también expongo, dejando constancia de aquellos
interesantes momentos.