sábado, 19 de diciembre de 2015

EL "CENTRO OCUPACIONAL" DE GUADALAJARA



            Con la más que eficiente colaboración de Lino –mi amigo José Luis Martínez Linos-, encargado del taller de Encuadernación del Centro Ocupacional “Nuestra Señora de la Salud”, dependiente de la consejería de Sanidad y Asuntos Sociales de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, estoy consiguiendo convertir en libros la mayor parte de mi obra escrita, que ha sido publicada hasta el momento en “Nueva Alcarria”, otras revistas, además de trabajos especiales, conferencias, pregones, charlas y prólogos de libros, que me está siendo posible recuperar no sin esfuerzo. Los 15 libros publicados, que muchos conocéis, son cuenta aparte.
            Trabajo magnífico el del taller de Encuadernación del Centro Ocupacional de Guadalajara, uno más de esa lista de seis o siete en los que trabajan más de un centenar de chicos y chicas, tanto de la capital como de la provincia, en actividades manuales tan diversas como las que realizan en “Manipulación”, “Enmarcación”, “Montajes”, “Serigrafía”, “Cerámica”, además de “Encuadernación” que es el que mejor conozco. Un equipo de profesores, o monitores  responsables de cada taller, celosos y bien preparados, se encargan de orientar a los jóvenes aprendices, y de suplir con su alto grado de profesionalidad, las deficiencias propias del alumnado.
            Me hubiese gustado acompañar este breve texto de alguna fotografía tomada en el “taller” en plena actividad; pero ante la dudosa interpretación por parte del público lector, y ante alguna posible queja por parte de los padres, he decidido no hacerlo, y suplirlo con una muestra de su trabajo realizado durante el último mes por cuanto a mi personal encargo se refiere. Libros encuadernados en folio, otros en cuadernillos tamaño cuartilla, pegados convenientemente y cosidos en ambos casos. Todo un lujo, por un coste más que recomendable. En imagen los primeros cinco tomos de “Escritos” en din –A4, y abierto el de “Cuaderno de recuerdos. Memorias” en tamaño cuartilla.

            Gracias al Centro Ocupacional, con mi sincera felicitación por el trabajo bien hecho.             

domingo, 6 de diciembre de 2015

"LOS CENCERRONES". DÉCIMA EDICIÓN




       
  Consolidada después de diez años consecutivos desde su recuperación y puesta al público, la fiesta de “Los Cencerrones” de Cantalojas, declarada recientemente de Interés Provincial, se celebró ayer con un tiempo inmejorable en aquella distinguida localidad de nuestra Sierra Norte. Asistencia importante de público, con diez grupos participantes en el “Concurso de villancicos”, procedentes de distintos lugares de las provincias de Guadalajara y Madrid.
         Pregón ajustado al origen y contenido de la fiesta y del lugar, a cargo del Dr. Rafael del Fresno Cerezo, oriundo del pueblo, en la nueva experiencia del cambio radical de horario; ya que por primera vez todos los actos se celebraron a lo largo del día, y no durante las primeras horas de la noche, como hasta ahora se había venido haciendo. Un detalle que sin duda asegura su futuro.
         Serio intento de adaptarse con autenticidad al viejo costumbrismo castellano, de acuerdo con la Literatura Pastoril de añosas épocas, sacadas a la luz en su día por la profesora Mª Mar Serrano, hija del pueblo, y aplicadas en su esencia más pura, que todavía habrá que ir perfeccionando y enriqueciendo, con lo que el encuentro anual de “Los Cencerrones” va tomando una importancia y un interés festivo de primer orden, con dos nombres a destacar que a todo lo largo de esta aventura se han esforzado por sacarla adelante, sobre la base del trabajo y del sacrificio; se trata de Antonio Garrido y de su hija Susana, que siempre han contado con el apoyo de la Asociación Cultural y con la participación desinteresada de un pequeño grupo de familias.
         Pasada la décima edición, y en palpable progreso de mejora, creo que vale la pena volcarse a favor de este renuevo cultural que, al hilo del viejo costumbrismo de la Serranía, ha brotado exitosamente en uno de los pueblos más atractivos, y más fríos también en nuestros inviernos, de toda la provincia de Guadalajara.      


jueves, 25 de junio de 2015

ACTO ACADÉMICO EN LA E.F.A. "EL LLANO"


            Invitado por la directora, doña Marisol Castro, y claustro de profesoras de este centro de Formación Profesional, asistí en la tarde de ayer a la clausura del curso escolar 2014-2015 de la E.F.A. “El Llano” en Humanes de Mohernando. Un acto simpático, con el salón lleno de público: alumnas, familiares, amigos de la Escuela e invitados, en el que, después de la entrega de certificados a las alumnas que acababan el primer curso e imposición de becas a las que concluían los estudios (en torno al medio centenar en conjunto), me correspondió dar la última clase del curso académico sobre un tema de palpable actualidad: “Conciliación entre la vida laboral, familiar y personal”, en atención a muchas de ellas dispuestas y preparadas profesionalmente para incorporarse al mundo del trabajo.


            En este centro las alumnas cursan estudios formativos de Grado Medio en dos especialidades distintas: “Gestión Administrativa” y “Cuidados Auxiliares de Enfermería”. Son chicas procedentes en su gran mayoría de los pueblos de la comarca, que además de la formación específica para cada una de las profesiones antes indicadas, asisten a otras clases especiales y charlas sobre diferentes temas culturales de actualidad, visitas y excursiones formativas a lo largo del curso, como complemento a su preparación profesional y humana, a fin poderse incorporar en las mejores condiciones al mundo del trabajo. Terminado el acto, los asistentes compartimos amistad y merienda, disfrutando de la espléndida caída de la tarde en la zona ajardinada del espacio exterior. Momentos para el recuerdo de los que siempre tienen su lugar  entre los pliegues de la memoria.           

jueves, 11 de junio de 2015

UN PÁRRAFO DE MIGUEL DE UNAMUNO


Lo leí por primera vez hace mucho tiempo, medio siglo o tal vez más, en aquellos anocheceres interminables en los inviernos de mi primera escuela, cuando entre el final de la clase de niños y el principio de la de adultos, que sería una hora después, me sentaba junto a la estufa, aprovechando las últimas ascuas de la tarde a la luz de una bombilla de 15, y me enfangaba en la lectura de libros como éste, que orientaron mi vida hacia horizontes nuevos.
            Os hablo de “Andanzas y visiones españolas”, escrito por uno de los tres grandes Migueles cuya obra enriquece, y de qué manera, nuestra Literatura. A Unamuno me refiero. Los otros dos serían: Cervantes en primer lugar y Delibes inmediatamente después. Hace unos días empecé a releer este libro. Lo estoy disfrutando tanto o más que como lo hice a los veinte años. Sin duda os aconsejo que lo leáis. De entonces a hoy (junio1916 en que escribió “De Salamanca a Barcelona”) ha pasado todo un siglo; larga temporada en la que han ocurrido en España muchas cosas: una guerra civil, distintas y aun opuestas formas de gobierno, con el correspondiente cambio de maneras de pensar y de vivir… Pero me ha interesado la opinión del maestro, del pensador, del español ilustre, ante una realidad siempre presente en la vida de nuestro país. No sé si don Miguel de Unamuno seguiría pensando hoy, sobre el mismo particular, de idéntica manera a como pensaba entonces y así lo dejó escrito. Me quiero imaginar que introduciría algún nuevo matiz a su razonamiento, pero que cambiaría muy poco el sentido de lo que dejó dicho. Y que fue esto: 

            «Eso de que los catalanes se complazcan en hablar en su lengua cuando hay delante castellanos que no la entienden, por molestar a éstos, es una de tantas tonterías que ha inventado la quisquillosidad recelosa del castellano. De todo se le puede culpar al catalán menos de tales descortesías premeditadas y malintencionadas. Lo insoportable suele ser la presunción del castellano que se empeña en que hasta los desconocidos hablen delante de él de manera que lo entienda, y que al punto sale con la grosería aquella de “¡Hable usted en cristiano, hombre de Dios!” Y cuidado que no soy sospechoso por ser de los que creen que al fin y al cabo se unificará el lenguaje en toda España y que no se debe dar validez oficial a otro que no sea el idioma nacional castellano. Los demás que se defiendan como puedan, pero sin protección oficial alguna del Estado. Cuando, hace pocos años, se dirigió el alcalde de Barcelona en catalán a S.M. el Rey, saludándole en nombre de los naturales de la ciudad, fuí quien más alto y fuerte protestó contra ello, sosteniendo que el alcalde representa a los vecinos y no a los naturales, que aquellos pueden no ser catalanes ni saber el catalán, y que el alcalde mismo puede no saberlo, pero que no hay vecino alguno de Barcelona que ignore el castellano. La distinción entre vecinos naturales y vecino no naturales, siendo unos y otros ciudadanos españoles, es un principio de incivilidad.»
            Ahí lo dejo.

                                                                                                      

viernes, 5 de junio de 2015

GENTE DE PRIMERA: TOMÁS BARRA


Nuestro hombre es el octavo varón de una serie de generaciones consecutivas en una misma familia que han venido manteniendo el mismo nombre y el mismo apellido desde tiempo inmemorial: Tomás Barra. Este Tomás de nuestros días es un hombre joven, natural de Guadalajara como el resto de sus antecesores que, llegado el momento de casarse, decidió irse a vivir a Cabanillas en los años de expansión de nuestros pueblos del Corredor del Henares; y allí reside, a cuatro pasos de la capital, no más allá de una decena de años.
            Desde hace una temporada larga conozco a Tomás Barra y me he comunicado con él en muchas ocasiones por medio de las redes sociales. Debo confesar que desde el primer momento me llamó la atención su interés por el hecho cultural en su conjunto, y en particular por el arte en sus más diversas manifestaciones. Después descubrí que no sólo era un apasionado por la pintura, sino un magnífico ejecutante además, admirador de los viejos monumentos de la ciudad -muchos de ellos desaparecidos- a los que se ha propuesto devolver a los guadalajareños de hoy, dándoles forma y color en un renacer de sus habilidades que le vienen desde niño, pero que ha tenido adormiladas durante más de veinte años, hasta que un día optó a la casualidad por inscribirse en uno de los cursos de pintura del Palacio de la Cotilla, lo que le llevó a despertar de aquel prolongado letargo y ponerse manos a la obra.
            Mas no todo quedó ahí; pues consciente de que cualquier cosa contemplada con visión de artista puede contener, previo su correcto tratamiento, un algo bello dentro de sí, debió pensar -como hace más de cinco siglos lo hiciera el gran Miguel Ángel-, que dentro de un bloque de piedra había un “Moisés”, y que todo era cuestión de quitar lo que sobraba hasta sacarlo a la luz, por lo que intentó vivir la misma experiencia valiéndose de una pesada piedra de alabastro que un día encontró tirada en las afueras de Jadraque -tal vez en el sobrante de algún taller de artesanos-, y que se trajo a casa con toda ilusión poniéndose enseguida a laborar sobre ella, a quitar lo que sobraba, hasta que apareció la preciosa imagen de una Virgen en posición sedente, con el Niño sobre sus rodillas, cuya fotografía no hace mucho colgó en su página de Factbook causando una extraordinaria sensación, y que a mí me impresionó sobremanera, por lo que me propuse ponerme en contacto con él, visitar su estudio e informarme no sólo de la obra, sino también del artista, un joven con intereses y destrezas fuera de lo común, que merecía cuando menos ocupar un espacio en la prensa provincial; deseo que le propuse, que él acepto de mil amores, y que hoy se ve cumplido en esta página especial de “Nueva Alcarria” que tú, amigo lector, ahora tienes en tus manos. 

            Cabanillas del Campo, pueblo de agricultores por tradición, y ahora residencia de miles de trabajadores ocupados en los más diversos oficios, casi todos relacionados con la industria,  fue en su origen una especie de caserío o aldea dependiente de la capital a cuyo Común de Tierra perteneció durante mucho tiempo; conseguida su libertad por compra, el rey Felipe IV le otorgó el título de villa en el año 1628. Hoy es una de las ciudades emergentes del Valle del Henares, a cinco kilómetros de distancia de Guadalajara, con una población en torno a los doce o catorce mil habitantes.
            Hacía años que no había vuelto a Cabanillas, tantos como que en éste mi último viaje tuve que preguntar dónde estaba el ayuntamiento, en donde Tomás y yo habíamos acordado reunirnos. Pese a la impresionante transformación a la que se ha visto sometido el pueblo, conseguí llegar en un primer intento a la puerta del ayuntamiento, donde no encontré a Tomás ni a las oficinas de la corporación. Un señor me contó que el ayuntamiento estaba en otro lugar desde hacía varios años. Se trata de un nuevo edificio como fondo a una plaza impresionante en la que hay un templete cubierto para la música, similar al de nuestro parque de la Concordia, dos fuente monumentales con abundante correr de aguas, y un ancho espacio de recreo para niños y para gente mayor, que en estas tardes preludio del verano, suele contar con nutrida asistencia de unos y de otros.
             Era la hora convenida. Mi interlocutor me esperaba sentado en una sombra. Me vio, nos conocimos, nos saludamos, y enseguida me llevó a su casa, donde nos recogimos en una media hora de conversación que aproveché para conocer al artista, tomar algunas fotografías de las cosas que me parecieron interesar de la amplia buhardilla donde él trabaja, se inspira y trasnocha hasta altas horas de la noche o primeras de la madrugada, en completo silencio, sin que nada ni nadie le pueda ahuyentar el soplo de las musas que, como sabido es, son las hadas buenas que sirven la inspiración en bandejas de oro a los artistas, siempre con la soledad y el silencio como elementos indispensables, y allí los hay.

            - Sí, cuando tengo que hacer algo me subo aquí por las noches y las horas se me van sin darme cuenta.
            Fotografías sobre la pared, a manera de venerable retablo en el que aparecen retratados algunos de sus antepasados en varias generaciones; un caballete con la última pintura, ya acabada, que representa la antigua Puerta de Madrid que servía de paso al Alcázar.
            - Los dos monumentos que aparecen corresponden al convento de Los Remedios, a la izquierda, y el de la derecha es la torre del Peso de la Harina. Lo he tomado de un boceto a lápiz de Pérez Villamil.
            - Y ese teatro de guiñol ¿Lo has preparado tú?
            - Todavía lo tengo sin terminar. Lo estoy haciendo para que jueguen mis hijas.
            Las hijas de Tomás son Irene, de seis años, e Itziar, la pequeña, de sólo tres. La esposa de Tomás se llama Ana y es de Segovia. En aquel momento ninguna de ellas estaba en casa. Encuentro al joven padre muy volcado sobre su familia, otra más de las notas a su favor.
            - Como proyecto inmediato ¿Qué te ronda por la cabeza?
            - Así como más inmediato quiero acabar la serie de cuatro monumentos antiguos de Guadalajara, de los que éste de la Puerta de Madrid es sólo el primero.
            Los trabajos que tenía preparados para que los pudiera observar y fotografiar a mi gusto los había colocado sobre una mesa, junto a la ventana que daba a la calle. Eran tres de temática diferente: la imagen de la Virgen en alabastro a la que antes me referí; un Crucifijo, muy a su estilo, que él talló con motivo del fallecimiento de su padre; y con su imagen yacente sobre historiado túmulo todavía sin concluir, la figura de doña Mayor Guillén de Guzmán, señora de Alcocer y amante que fue del Rey Sabio. Figuras que he querido presentar al lector, tal como preferimos que estuvieran situadas, pero que bien hubiese merecido la pena recogerlas en visión personal de cada una; pues son todo un derroche de paciencia y de trabajo bien hecho.
            Y nada más. El tiempo y el espacio del que dispongo ha dado de sí todo lo que podía dar. Tomás Barra es un hombre joven, metido aún en esa segunda juventud de los treintañeros. Tiene mucho tiempo por delante, y de él esperamos que con tesón, espíritu de trabajo, y talento que no le falta, nos siga admirando aunque sea de tarde en tarde.  
                 (En "Nueva Alcarria" hoy,  5-6-2015)


lunes, 2 de marzo de 2015

D. JESÚS PLÁ EN PROCESO DE CANONIZACIÓN


         Fue una de las más gratificantes noticias con las que se abrió el nuevo año la diócesis de Sigüenza-Guadalajara y, por qué no, también de la provincia en su conjunto. Uno de nuestro últimos obispos, don Jesús Plá Gandía, quien rigió los destinos de la diócesis durante la década comprendida entre los años 1981 y 1991, había sido propuesto para ser santo de altar a instancia de la archidiócesis de Valencia -su tierra natal- y de la diócesis seguntina en cuya catedral descansan sus venerables restos. El proceso de canonización ha quedado abierto, lo que supone un motivo de gozo excepcional para millares de fieles, muchos, centenares de miles, de católicos valencianos y alcarreños. También “Nuevas Alcarria” se felicita como asiduo lector que fue durante los años que vivió entre nosotros, y aún después, hasta muy cercana la hora de su muerte, que desde la Ciudad del Turia nos seguía como cosa propia.


         Hace unos días, el canónigo archivero de la catedral, don Felipe Peces, me envió un libro que trata sobre la vida y la personalidad de don Jesús Pla; un librito de cuidada presentación, enriquecido con un conjunto importante de fotografías en color, escrito por el Abad Mitrado de la colegiata de Játiva, don Arturo Climent Bonafé. Desconocía esta publicación que celebro sinceramente; pues después de haber conocido a don Jesús, de haber tratado con él en distintos momentos y por diferentes causas, el testimonio escrito de su autor me ha ayudado poderosamente a considerarlo en su media justa, como es obligado considerar a un hombre de Dios, a un santo. “Don Jesús Plá Gandía, un regalo para la Iglesia” es el título del libro, donde se concentra el total íntegro de su contenido.
         De su paso como prelado de nuestra diócesis no me resisto a transcribir, cuando menos, un párrafo del libro, en el que tras su muerte es justo se vayan sacando a la luz detalles
de alta humanidad como éste, uno más de la exquisita calidad humana de nuestro recordado obispo, y que ahora no sólo nos complace conocer sino también sacarlos a la luz para que sean conocidos:
 «En una de estas visitas a la parroquia de un pueblo bastante grande de la diócesis –nos cuenta el autor- don Jesús discutió con el párroco, se enfadó por algunos asuntos que no le gustaron. La visita acabó mal. Volviendo al obispado, ya a mitad de camino hizo parar el coche, que en este caso conducía el secretario de la Visita -don Jesús conducía siempre su coche- y le mandó volver a ese pueblo. Llegó a la parroquia y dijo al párroco: “Independientemente que tengas tú razón o la tenga yo -se arrodilló a los pies del cura- te pido perdón por lo que te he dicho, yo no puedo volver a casa sabiendo que uno de mis sacerdotes está disgustado por mi culpa”. Esto me lo ha contado un canónigo de Sigüenza en mi estancia el pasado verano recogiendo información sobre los diez años de obispo en aquella diócesis.»

         Al margen de mi amistad con él -pues fueron varias las noches en las que me solía llamar por teléfono desde Valencia, comentando algún escrito mío o de nuestro periódico en general que le hubiese llamado la atención-, estamos, tanto yo como mi esposa, en permanente gratitud con él; pues fue don Jesús, aquel buen obispo, quien ordenó de diacono a nuestro hijo Fernando (momento que recoge la fotografía), y de ahí que cuente entre nosotros como algo muy cercano a la familia, lo cuál nos hace compartir con un especial deleite la noticia de haberse abierto en la Iglesia el proceso de su canonización. Confiamos en que, más pronto que tarde, podamos ver consumado todo el proceso.

domingo, 1 de febrero de 2015

TRAS LA ROMA IMPERIAL DE PIEDRA EN PIEDRA

      

      Son piedras nada más, algunas monedas, un puñado de textos escritos por sus filósofos y literatos de dos mil años atrás, es lo que ha llegado hasta nosotros del más importante imperio de la antigüedad en Occidente, y del cual nuestro país fue provincia destacada. Es de Roma y de su imperio a quien nos referimos aquí.
            Deseo que mi trabajo de hoy sea a manera de invitación a nuestros lectores para que visiten cualquiera de las tres ciudades romanas que una provincia vecina, la de Cuenca, guarda como preciosas reliquias incrustadas en su piel, naturalmente que en estado de ruina, o de hallazgo por mejor decir. Segóbriga, Valeria y Ercávica, son cada una de ellas. Todas, sin distinciones ni preferencias, merecen especial tratamiento por lo que son, y sobre todo por lo que fueron. Cualquiera de las tres posee mérito bastante para ser contada y descrita en cientos de páginas como ésta; pero no se trata de un estudio profundo sobre esas ciudades lo que estoy dispuesto a ofrecer al lector –tampoco contaría con datos suficientes para hacerlo-, ni siquiera somero; sólo se pretende llevar al conocimiento de quien leyere una visión ligera y muy escueta acerca de la huella que la Roma dominadora dejó muy cerca de nosotros, a manera de detonante o motivo remoto que les ponga en condiciones de pasarse por aquellos históricos lugares cuando los días duren más y el tiempo lo haga posible. Todavía falta mucho para que esas condiciones se cumplan, pero no está nada mal el ir hilvanando proyectos pensando en la primavera cada vez más cercana.
            No sé a cuál de las tres debiera aconsejar la visita primeramente; quizás a Segóbriga por considerar que es la que ofrece de cara al visitante  una mayor cantidad de motivos de interés. No es nada difícil llegar a Segóbriga. Se encuentra a poco más de un kilómetro de distancia de la antigua Nacional III, ahora Autovía de Levante, junto al pueblo de Saelices. Desde Tarancón queda a cuatro pasos.

            Un anfiteatro, un circo y unas termas, pueden verse ya al descubierto en aquella histórica ciudad perdida en los más escondidos rincones de la Historia, y a la que Plinio llamó Caput Celtiberiae (Cabeza de la Celtiberia). Monumentos perfectamente reconocibles, cuyas piedras todo hace pensar que salieron de unas canteras próximas que hay al otro lado del río Gigüela, proveedoras a la vez de los materiales que fueron necesarios para la construcción de un templo dedicado a la diosa Diana, personaje mitológico en unas tierras donde la caza siempre debió de contar como apoyo de gran importancia para la supervivencia. Por la ciudad de Segóbriga pasó la calzada romana que iba desde Complutum (Alcalá de Henares) a Cartagonova (Caretagena), y allí, junto a sus ruinas, oculto por tierra de muchos siglos, apareció el único ejemplar de Dea Roma (la diosa Roma) encontrado en España, y que ahora puede verse en el Museo Arqueológico de Cuenca. Una lección y un recuerdo: Segóbriga, para ser vista y estudiada; también, como en todas las demás, para ser descubierta hasta la última piedra, hasta que el postrero poso de su contenido en piezas de arte o en utensilios procedentes de la Hispania romana salgan a la luz. No debemos olvidar que en esas viejas piezas de museo se esconde en una gran parte el origen de nuestra civilización.
            Desde la ciudad de Cuenca, pasando por las villas de Arcas y Tórtola, o desde la propia Segóbriga si es que se desea aprovechar el mismo viaje para las dos visitas, pasando por Cervera del Llano, Olivares y Valverde de Júcar, se llega en menos de una hora a las ruinas de Valeria, otra de nuestras importantes ciudades romanas, situada en un altozano por encima de la hoz del río llamado Gritos. La abundancia de agua y el carácter autóctono de sus habitantes, resistentes a la romanización, son con las piedras y los enseres descubiertos en las excavaciones, lo que hoy se conoce como la Gran Valeria, donde, igual que en las otras dos ciudades romanas a las que en este trabajo nos referimos, sería sede episcopal en los primeros siglos del Cristianismo. En lo que queda del foro se han encontrado importantes restos del Ninfeo, es decir, de una fuente grandiosa adornada en su tiempo con todo lujo. Un acueducto surtía los aljibes de extraordinaria capacidad ahora a la vista. Varias de sus casas, algunas de ellas con los cimientos pegados a la vertical que se asoma a la hoz del Gritos, debieron de estar medio suspendidas entre la roca y el abismo, lo que nos lleva a pensar que Valeria pudo ser una ciudad estéticamente hermosa.
            Y Ercávica para concluir. La ciudad de Ercávica se encontró por fin en tierras de la Alcarria, no lejos de la actual villa de Alcocer, pero enclavada en el término municipal del pueblecito conquense de Cañaveruelas, paraje próximo a los últimos remansos (cuando tiene agua) del embalse de Buendía.

            A medida que se avanza en la presentación de este trabajo, uno se da cuenta de que casi todo lo referente a estas ciudades romanas quedará sin decir por falta de espacio. En Ercávica uno puede encontrarse con baños y termas como en las anteriores, situados al sur de la ciudad; con la llamada por sus descubridores “casa del médico”, debido a que su último dueño, cirujano seguramente, disponía de una interesante bolsa de material clínico que veinte siglos después ha vuelto a salir a la luz. Todo lo que se sabe con respecto a esta importante ciudad del Imperio, hace pensar que fue Valerius Flacuus, pretor de la provincia Citerior de Hispania, el fundador de la ciudad de Ercávica adscrita al Conventus Caesaraugustanus, en tanto que las de Segóbriga y Valeria pertenecieron al Carthaginense. De entre los restos aparecidos en las excavaciones de esta histórica ciudad, se debe contar con un busto mediocre de Cesar; otro de Agripina, la madre de Nerón y mujer de Claudio; y, sobre todo, con un tercero, el más perfecto en su ejecución y el más bello de todos, cuya antigüedad se cifra en el siglo I y representa a Lucio Cesar niño, sobrino de Octavio Augusto, ahora expuesto al público en el Museo de Cuenca, como verdadera estrella de aquella importante exposición.

            Y aquí ponemos el punto final. Conocer estas ciudades romanas en estado de ruina, tan interesantes y tan próximas a nosotros, es una manera útil y muy instructiva de emplear el tiempo libre de cualquier fin de semana. La idea queda puesta sobre el papel, ahora es el lector quien debe madurarla y decidirse a ponerla en práctica cuando llegue el momento. 

(En las fotografías y por éste orden aparecen detalles de las ciudades de Segóbriga, Valeria y Ercávica) 

lunes, 26 de enero de 2015

UN INTERESANTE HALLAZGO EDITORIAL


            Durante los últimos días me ha sorprendido gratamente la aparición de un libro interesantísimo titulado SANTUARIOS DEL OBISPADO DE CUENCA, escrito en el siglo XVII por el sacerdote Baltasar Porreño, y publicado en Madrid en 1630. Para tantos de nosotros un libro y un autor desconocido, que nació en Cuenca probablemente en el año 1569, miembro de una destacada familia de aquella ciudad, entre los que nos encontramos con los famosos arquitectos renacentistas Francisco de Mora y Juan Gómez de Mora, autores de monumentos tan importantes como el Palacio de los Duques de Lerma, la Plaza Mayor de Madrid o el trazado del Panteón de Reyes de El Escorial, entre otros muchos. En “El laurel de Apolo”, Lope de Vega recuerda a nuestro autor con esto versos:

            Gloria de Cuenca, Baltasar Porreño,
            en el verso latino y castellano
            de tanta erudición se muestra lleno,
            cuanta puede alcanzar límite humano,
            Tulio Español, Demóstenes cristiano.

            En relación con la provincia de Guadalajara, debo decir que Bartolomé Porreño fue en su día cura de Sacedón y de Córcoles. No olvidemos que hasta el año 1955 un número importante de parroquias de la provincia de Guadalajara pertenecían al Obispado de Cuenca.

            SANTUARIOS DEL OBISPADO DE CUENCA, publicado en formato electrónico (DVD) por Ediciones Aache de Guadalajara, contiene íntegra dicha obra, con la introducción, estudio detallado y notas, de Pilar Huarte Pascual, quien además es la editora de la obra. Pilar Hualde es oriunda de la villa alcarreña de Salmerón, autora de varios trabajos sobre aquella comarca, y profesora titular de Lengua Griega de la Universidad Autónoma de Madrid. Una obra estupenda y de un importante valor histórico y documental, con interés especial para los lectores que gustan conocer en profundidad detalles de la vida religiosa de aquel señalado tiempo al que por algo se le ha dado en llamar el Siglo de Oro, precisamente en el que vivió el autor. Por acoger en su contenido santuarios de tres provincias: Cuenca, Guadalajara y Valencia, sobre las que se extendió durante varios siglos la diócesis conquense, considero de gran interés para los lectores de estas tierras el contenido informativo de este trabajo que nos presenta la profesora Huarte Pascual. 
            El título completo del libro es “Santuarios del Obispado de Cuenca y personas ilustres en santidad que en él ha habido”. Por cuanto a su extensión ocupa más de cuatrocientas páginas, en las que se recoge el estudio histórico y particularidades de los santuarios coquenses de Garaballa, “Nuestra Señora de Tejeda”, donde cada año se suelen dar cita centenares de romeros de toda la provincia cuando llega su fiesta; “de Valdeolivas, “Nuestra Señora del Socorro”; de Garcinarro, “Nuestra Señora del Sagrario”; de San Pedro Palmiches, “Nuestra Señora de los Llanos”; de Carboneras de Guadazaón, “La Santa Cruz”; de Cuenca “Nuestra Señora de los Remedios”; el santuario guadalajareño de “Nuestra Señora del Puerto”, de Salmerón; y el santuario de “Nuestra Señora del Soterraño” de la ciudad valenciana de Requena. Todo ello además de la parte final del libro que está dedicada a las personas ilustres en santidad que hasta entonces había dado la diócesis.


            La edición del libro de Bartolomé Porreño se debe a que en su momento la titular de la edición se encontró con un ejemplar del mismo, tal vez de aquella primera edición de 1630, como uno más de los muchos que deben dormir el sueño de los justos en las bibliotecas de las universidades, en este caso de la Universidad de Salamanca. Sin duda se trata de un verdadero tesoro al alcance de todo el mundo, pues al habla con la casa editorial se me dice que su precio al público es de 9,90 euros. De momento, que yo sepa, se puede adquirir en Aache Ediciones, Tfno. 949 220 438; espero que alguna de las buenas librerías de la ciudad de Cuenca -la de cualquiera de mis amigos de la familia Evangelio, por ejemplo- les pueda interesar su distribución y venta, aunque reconozco es un asunto en el que no me debo meter. Es sólo una idea. Os lo recomiendo.  


(La fotografía de cabecera pertenece al Santuario de Nuestra Señora de Tejeda, en Garaballa, y las otras dos a la editora del libro y a la carátula del mismo)