viernes, 31 de octubre de 2014

EN LA FIESTA MAYOR DE LA COLONIA PERUANA


Tuvo lugar el domingo día 19 en la iglesia de San Juan de Ávila de Guadalajara. Una fiesta de auténtico color y sabor peruano en honor del Señor de los Milagros, ínfimo apéndice de la gran fiesta que en ese día se celebra en todo el país andino, con especial relieve en la ciudad de Lima, en donde a la procesión asisten más de un millón de fieles. En España viven actualmente muchos miles de peruanos y en Guadalajara varios centenares. Un rito, una devoción arraigada en torno a su imagen, un sentimiento patrio…, no lo sé. Pero es cierto que el nutrido grupo de hijos de aquellas tierras tuvieron en nuestra ciudad una jornada de convivencia, de la que aquí damos cuenta.  

            Debo advertir que la ceremonia me cogió por sorpresa en la misa de diez el pasado domingo, la habitual a la que suelo asistir en la iglesia de San Juan de Ávila. Tenía idea de algo que por estas fechas, en años precedentes tenía lugar en esta iglesia de la capital, promovido por la colonia de peruanos residentes en Guadalajara: varios centenares posiblemente; pero no tenía de ello una información concreta. Ahora, y con la ayuda de don Pedro Pablo Carvajal que me ha prestado las tres fotografías que ilustran este reportaje, puedo permitirme el dar cuenta los lectores del cómo y el porqué de lo que allí vi, y que de manera muy especial dedico a los peruanos de aquí -y de allá, a través de la Red- en fechas aún próximas a la gran fiesta de la Hispanidad que celebramos el pasado día doce.
            Minutos antes se había congregado un importante grupo de personas, de ambos sexo y de todas las edades, en la pequeña explanada junto a la verja y a las escaleras que dan paso puerta de entrada. El aspecto físico de muchos de ellos era el característico de los habitantes de los países andinos. Varios de los varones iban ataviados de un extraño hábito talar de color azul oscuro, con un grueso cordón blanco pendiente del cuello.
            Fue una ceremonia prolongada, muy peculiar e interesante por el carácter festivo y costumbrista que se le dio en todo su desarrollo. A un lado del presbiterio, colocada sobre unas andas y rodeada de flores, una réplica procesional de la verdadera imagen del Señor de los Milagros (Cristo en la Cruz) que se venera en el altar mayor del Santuario de Las Nazarenas de la ciudad de Lima, con la imagen de Nuestra Señora de la Nube al respaldo. Las lecturas fueron proclamadas por dos de los nativos peruanos y la Misa presidida por el párroco, don Fidel Blasco.
            A lo largo de la función religiosa tuvo lugar el acto de admisión y juramento de seis nuevos miembros de la Hermandad, cuatro hombres y dos mujeres, así como la bendición de hábitos. En el momento de las ofrendas, que fueron varias, destacó la de dos banderas, una de España y otra de Perú, que quedaron extendidas al pie del altar durante toda la ceremonia. La procesión por las calles del entorno parroquial, lenta, pausada, con música de dulzainas y canto del Himno al Señor de los Milagros, tuvo lugar al terminar la misa, con la réplica del cuadro patronal a hombro de los hermanos.
                                                                                    

            En todo su país y en otras muchas ciudades del mundo suelen celebrar los peruanos actos como éste, destacando sobre todos los demás la procesión que en ese día se celebra en la ciudad de Lima, a la que han llegado a asistir en distintas ocasiones cantidades de público que superan en mucho el millón de personas, sin duda la más multitudinaria en todo el orbe católico. A la verdadera imagen, antes aludida, pintada sobre una pared de adobe por un esclavo angoleño de nombre Pedro Dalcón, se le conoce también como el “Cristo Moreno”, en alusión a que la mayor parte de sus devotos debieron ser de la raza negra, habida cuenta de que los africanos, esclavos o libres de otros tiempos, encontraron en este tipo de cofradías una especie de consuelo frente a la opresión a la que se les sometió en Perú durante los siglos XV y XVI. Los naturales de aquel país cuentan y no acaban acerca de los muchos milagros, que no sólo en su tierra, sino también fuera de ella, se han atribuido a la intervención de Cristo en esta advocación tan querida y tan venerada por todos.
            Como enseña permanente de su devoción en Guadalajara, hace ya tiempo que en un lateral de la iglesia de San Juan de Ávila, los miembros de la Hermandad colocaron un cuadro del Señor de los Milagros por encima de una mesita en la que hay un pequeño jarrón, donde nunca suelen faltar las flores que a lo largo del año ofrecen sus devotos.

            Me hubiera gustado en aquel momento, más que cambiar impresiones con alguno de los componentes de la Hermandad, haberlo hecho con el “mayordomo”, Jaime Manrique, del que saqué la impresión de que podía ser la persona más indicada para responder a mis preguntas. No lo consideré posible en aquel momento, en plena procesión a la salida de la iglesia; pero sí que tuve la oportunidad, sin abusar de la importancia del momento, de que me diera un número de teléfono para ponerme en con tacto con él en otro momento y poderle hacer algunas preguntas relacionadas con aquella fiesta; compromiso que se ha cumplido al medio día de hoy, martes día 20, aprovechando, debió de ser, un breve alto en su trabajo. Esto fue lo que le pregunté y éstas fueron sus respuestas:
            - Creo que a todos nos ha sorprendido vuestra fiesta gratamente; también el número de asistentes al acto procedentes de vuestro país ¿Cuántos peruanos vivís en este momento en Guadalajara?
            - Aquí somos muchos, muchos. Puede ser que seamos más de mil.
            - Entonces los que habéis asistido al acto sólo sois una buena representación ¿NO?
            - Sí; ahora estamos un poco en periodo de organización. Es todo muy reciente. En Guadalajara somos muchos más.
            - Todos los que habéis venido, supongo que seréis miembros de la Hermanada.
            - Todos, por ahora, no. Recién juramentados estamos veinte. Pronto seremos muchos más.
            - ¿Es ésta la única ocasión en la que os reunís a lo largo del año?
            - Sólo nos juntamos en esta ocasión, sí, en la fiesta de octubre.
            - Tengo idea de que en Perú las procesiones del Señor de los Milagros son auténticos acontecimientos de multitudes.
            - Sí que lo son. En Lima que es la capital, con el Señor de los Milagros que sale Las Nazarenas, salen en procesión cantidades enormes de gente, millones de personas. Allí hay unas cincuenta cuadrillas, con doscientos juramentados cada una-
            - ¿Añoráis vuestro país?
            - Sí, que lo añoramos, mucho. Por eso es por lo que organizamos esta fiesta.
            - ¿Os sentís a gusto en Guadalajara?
            - Aquí nos sentimos muy a gusto. En Guadalajara la gente es muy acogedora.
            -¿Qué es lo que más echáis en falta de vuestra tierra?
            - Añoramos muchas cosas. Echamos en falta a la familia que se quedó allá, y también nuestras costumbres y nuestras comidas peruanas.
            - ¿También las comidas?
            - En España las comidas son muy buenas, pero allí son distintas y muy variadas las frutas y hay más productos de origen vegetal. Por ejemplo, de patatas hay cincuenta clases diferentes.
            - ¿La mayor dificultad que encontráis en España?
            - El trabajo, como en todas partes.
            - Pues nada, amigo Jaime Manrique, impulsor y mayordomo de esta fiesta peruana en la capital de la Alcarria. Esperamos volver a estar con vosotros al año que viene.

            - Si Dios quiere. Espero que sí.