Tuvo lugar el
domingo día 19 en la iglesia de San Juan de Ávila de Guadalajara. Una fiesta de
auténtico color y sabor peruano en honor del Señor de los Milagros, ínfimo
apéndice de la gran fiesta que en ese día se celebra en todo el país andino,
con especial relieve en la ciudad de Lima, en donde a la procesión asisten más
de un millón de fieles. En España viven actualmente muchos miles de peruanos y
en Guadalajara varios centenares. Un rito, una devoción arraigada en torno a su
imagen, un sentimiento patrio…, no lo sé. Pero es cierto que el nutrido grupo
de hijos de aquellas tierras tuvieron en nuestra ciudad una jornada de
convivencia, de la que aquí damos cuenta.
Debo
advertir que la ceremonia me cogió por sorpresa en la misa de diez el pasado
domingo, la habitual a la que suelo asistir en la iglesia de San Juan de Ávila.
Tenía idea de algo que por estas fechas, en años precedentes tenía lugar en
esta iglesia de la capital, promovido por la colonia de peruanos residentes en
Guadalajara: varios centenares posiblemente; pero no tenía de ello una
información concreta. Ahora, y con la ayuda de don Pedro Pablo Carvajal que me
ha prestado las tres fotografías que ilustran este reportaje, puedo permitirme
el dar cuenta los lectores del cómo y el porqué de lo que allí vi, y que de
manera muy especial dedico a los peruanos de aquí -y de allá, a través de la
Red- en fechas aún próximas a la gran fiesta de la Hispanidad que celebramos el
pasado día doce.
Minutos
antes se había congregado un importante grupo de personas, de ambos sexo y de
todas las edades, en la pequeña explanada junto a la verja y a las escaleras
que dan paso puerta de entrada. El aspecto físico de muchos de ellos era el
característico de los habitantes de los países andinos. Varios de los varones
iban ataviados de un extraño hábito talar de color azul oscuro, con un grueso
cordón blanco pendiente del cuello.
Fue una
ceremonia prolongada, muy peculiar e interesante por el carácter festivo y
costumbrista que se le dio en todo su desarrollo. A un lado del presbiterio,
colocada sobre unas andas y rodeada de flores, una réplica procesional de la
verdadera imagen del Señor de los Milagros (Cristo en la Cruz) que se venera en
el altar mayor del Santuario de Las Nazarenas de la ciudad de Lima, con la
imagen de Nuestra Señora de la Nube al respaldo. Las lecturas fueron
proclamadas por dos de los nativos peruanos y la Misa presidida por el párroco,
don Fidel Blasco.
A lo
largo de la función religiosa tuvo lugar el acto de admisión y juramento de
seis nuevos miembros de la Hermandad, cuatro hombres y dos mujeres, así como la
bendición de hábitos. En el momento de las ofrendas, que fueron varias, destacó
la de dos banderas, una de España y otra de Perú, que quedaron extendidas al
pie del altar durante toda la ceremonia. La procesión por las calles del
entorno parroquial, lenta, pausada, con música de dulzainas y canto del Himno
al Señor de los Milagros, tuvo lugar al terminar la misa, con la réplica del
cuadro patronal a hombro de los hermanos.
En todo
su país y en otras muchas ciudades del mundo suelen celebrar los peruanos actos
como éste, destacando sobre todos los demás la procesión que en ese día se
celebra en la ciudad de Lima, a la que han llegado a asistir en distintas
ocasiones cantidades de público que superan en mucho el millón de personas, sin
duda la más multitudinaria en todo el orbe católico. A la verdadera imagen,
antes aludida, pintada sobre una pared de adobe por un esclavo angoleño de
nombre Pedro Dalcón, se le conoce también como el “Cristo Moreno”, en alusión a
que la mayor parte de sus devotos debieron ser de la raza negra, habida cuenta
de que los africanos, esclavos o libres de otros tiempos, encontraron en este
tipo de cofradías una especie de consuelo frente a la opresión a la que se les
sometió en Perú durante los siglos XV y XVI. Los naturales de aquel país
cuentan y no acaban acerca de los muchos milagros, que no sólo en su tierra,
sino también fuera de ella, se han atribuido a la intervención de Cristo en
esta advocación tan querida y tan venerada por todos.
Como
enseña permanente de su devoción en Guadalajara, hace ya tiempo que en un
lateral de la iglesia de San Juan de Ávila, los miembros de la Hermandad
colocaron un cuadro del Señor de los Milagros por encima de una mesita en la
que hay un pequeño jarrón, donde nunca suelen faltar las flores que a lo largo
del año ofrecen sus devotos.
Me
hubiera gustado en aquel momento, más que cambiar impresiones con alguno de los
componentes de la Hermandad, haberlo hecho con el “mayordomo”, Jaime Manrique,
del que saqué la impresión de que podía ser la persona más indicada para
responder a mis preguntas. No lo consideré posible en aquel momento, en plena
procesión a la salida de la iglesia; pero sí que tuve la oportunidad, sin
abusar de la importancia del momento, de que me diera un número de teléfono
para ponerme en con tacto con él en otro momento y poderle hacer algunas
preguntas relacionadas con aquella fiesta; compromiso que se ha cumplido al
medio día de hoy, martes día 20, aprovechando, debió de ser, un breve alto en
su trabajo. Esto fue lo que le pregunté y éstas fueron sus respuestas:
- Creo
que a todos nos ha sorprendido vuestra fiesta gratamente; también el número de
asistentes al acto procedentes de vuestro país ¿Cuántos peruanos vivís en este
momento en Guadalajara?
- Aquí
somos muchos, muchos. Puede ser que seamos más de mil.
-
Entonces los que habéis asistido al acto sólo sois una buena representación
¿NO?
- Sí;
ahora estamos un poco en periodo de organización. Es todo muy reciente. En
Guadalajara somos muchos más.
- Todos
los que habéis venido, supongo que seréis miembros de la Hermanada.
- Todos,
por ahora, no. Recién juramentados estamos veinte. Pronto seremos muchos más.
- ¿Es
ésta la única ocasión en la que os reunís a lo largo del año?
- Sólo
nos juntamos en esta ocasión, sí, en la fiesta de octubre.
- Tengo
idea de que en Perú las procesiones del Señor de los Milagros son auténticos
acontecimientos de multitudes.
- Sí que
lo son. En Lima que es la capital, con el Señor de los Milagros que sale Las
Nazarenas, salen en procesión cantidades enormes de gente, millones de
personas. Allí hay unas cincuenta cuadrillas, con doscientos juramentados cada
una-
-
¿Añoráis vuestro país?
- Sí, que
lo añoramos, mucho. Por eso es por lo que organizamos esta fiesta.
- ¿Os
sentís a gusto en Guadalajara?
- Aquí
nos sentimos muy a gusto. En Guadalajara la gente es muy acogedora.
-¿Qué es
lo que más echáis en falta de vuestra tierra?
-
Añoramos muchas cosas. Echamos en falta a la familia que se quedó allá, y
también nuestras costumbres y nuestras comidas peruanas.
-
¿También las comidas?
- En
España las comidas son muy buenas, pero allí son distintas y muy variadas las
frutas y hay más productos de origen vegetal. Por ejemplo, de patatas hay
cincuenta clases diferentes.
- ¿La
mayor dificultad que encontráis en España?
- El
trabajo, como en todas partes.
- Pues
nada, amigo Jaime Manrique, impulsor y mayordomo de esta fiesta peruana en la
capital de la Alcarria. Esperamos volver a estar con vosotros al año que viene.
- Si Dios
quiere. Espero que sí.
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