martes, 1 de febrero de 2011

LA ARTESANÍA DE GUADALAJARA


El escaso número de habitantes que tiene la Provincia, y la gran cantidad de pequeños municipios repartidos por ella (más de 400), han hecho que los efectos de la industria llega­ran hasta el último rincón con cierto retraso respecto a otros núcleos de población enclavados en otras tierras, incluso dentro de la propia Castilla. Ello obligó a que la artesanía tradicional se haya manifestado en algunos lugares de Guadala­jara -más aún cuanto más apartados- hasta el último cuarto del siglo XX como una actividad cotidiana, casi habitual. Herre­ros, carpinteros, alfareros, escultores tejedores, cordeleros, cesteros, esparteros, hilande­ras, guarni­cioneros, han ido desapareciendo poco a poco de la geografía provincial, motivados principal­mente por la competencia insalvable de los productos que da la industria y por los efectos negativos de la emigración.
A pesar de todo, aún es posible observar cómo en los pequeños lugares serranos todavía se carda y se hila la lana, tejiendo con ella después gruesas prendas de abrigo que adquiri­rán más tarde como piezas de colección algunos turis­tas. Hasta hace muy poco se trabajó el esparto para la confec­ción de esteras, aguaderas, esportillos y serones, en Tórtola de Henares y en Chiloeches; los tejedores de La Fuensaviñán y de Romanillos de Atienza movieron sus telares hasta 1986, en tanto que los viejos alfareros de Anguita, Cogolludo, Lupiana, Brihuega, Málaga del Fresno y Zarzue­la de Jadraque, dejaron de producir coinci­diendo con la despobla­ción de sus respectivas comarcas en la década de los años sesenta.
Modernamente, con medios muy distintos a los que emplea­ron sus predecesores, se ha dado un importante impulso al quehacer artesanal, siendo varios jóvenes en diferentes sitios de la Provincia, sobre todo en la comarca de Sigüenza, los que han comenzado a dedicarse a la artesanía con finali­dad mera­mente ornamental. Conviene mencionar a este respecto el magnífico taller de cerámica que mantiene con impensable éxito en Pozancos un joven matrimonio venidos de Madrid (Alfar “El Monte”), o los que en la villa de Jadraque, con venta y exposición junto a la carretera, instalaron hacia los años setenta del siglo XX una familia de artesanos navarros dedicados a trabajar el alabastro artístico (“Alabastros Antonio”), o el taller de escultura en hierro que existe en Alcolea del Pinar junto a la Casa de Piedra (García Perdices). Por otra parte, es cosa corriente encontrar por los pueblos de Guadalajara a ciertos personajes, jubilados casi todos ellos, que se han especializado en realizar pacientes piezas de artesanía y de coleccionismo que bien vale la pena conocer.


(En la foto, exposición de figuras de alabastro en uno de los talleres de Jadraque)

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