Para nadie deberá ser noticia que me
atreva a afirmar categóricamente que Alcalá de Henares es una de las ciudades
más interesantes de España por muchos y diversos motivos. Es la cuna del “padre
de nuestro idioma”; es conocida en todo el mundo por su famosa Universidad y
por otras muchas cosas que acrecientan su importancia. Un joyel de la cultura
hispana a través de los siglos. No olvidemos que fue Estudio General en tiempos
del rey Sancho IV, y que su Universidad tiene origen en el siglo XVI, con el
Cardenal Cisneros como fundador y el Colegio Mayor de San Ildefonso como
inicio, año 1508. Eso, al día de hoy es sólo una muestra de la que salen un
sinfín de ramificaciones, de las cuales hoy me voy a detener en la que llaman
Palacete de Laredo, situado en el Paseo de la Estación.
No tenía idea de su existencia, ni
de tantas cosas más como hay que saber de la vieja Complutum, hasta hace sólo
unos días que, con mi amigo Julián Cobo, pasé por allí. Se trata de un palacio
relativamente moderno, construido por su dueño y autor como vivienda familiar
hacia el año 1880 en estilo neomudéjar, y enriquecido en su interior con
azulejería de inspiración oriental procedente de Toledo y del palacio de Pedro
el Cruel de la ciudad de Jaén; con artesonado del palacio de los Mendoza de
Guadalajara, y con bóveda y columnas del castillo de Santorcaz; todo comprado a
bajos precios. En fin, es lo que uno se pueda imaginar de los deseos insaciables
de un vascongado rebosante en astucia y en dinero, quien al final de su vida
(murió a los 54 años) se encontró sin palacio y en el más lamentable estado de
pobreza.
Se llamaba aquel singular personaje
don Manuel José Laredo y Ordoño, nacido en Amurrio en 1842, y fallecido en
Madrid en 1896. Durante algún tiempo ostentó el cargo de alcalde de Alcalá.
Tras vicisitudes varias, el palacio
pertenece al ayuntamiento de la ciudad, y en él se encuentra la sede del
(CIEHC) Centro Internacional de Estudios Históricos Cisneros, creado por la
Universidad de Alcalá en el año 1996, e inauguradas las instalaciones en el
Palacio Laredo en 2001. En el CIHEC se cuenta con más de 150.000 microfilminas
de documentos bibliográficos, relacionados con la Historia de la Universidad.
Y qué ver allí? Muchas cosas. Lo que
conservo como más fresco en la memoria pueden ser los seis volúmenes,
magníficamente cuidados, de la Biblio Políglota Complutense, que en su tiempo
constituyó como una revolución dentro de la Cultura Escriturística, al tratarse
de la primer edición de la Sagrada Escrituras impresa en cuatro idiomas: latín,
griego, hebreo y arameo.
Recuerdo, así mismo, como dato
sorprendente, la antigua talla en madera polícroma en la que está representada
la imagen de la reina Isabel la Católica -la única que existe, nos dijeron, en
su tamaño real-, quien, de haber sido así, difícilmente debió de alcanzar los 145 centímetros de
estatura.
El “Salón de los Reyes” produce al
entrar en él un especial impacto por su colorido y conservación, por su
elegancia, su iluminación, y sobre todo por las pinturas de “matrimonios
reales” que a gran tamaño y a media altura, están representados en tres de sus
muros, presididos por el correspondiente a los Reyes Católicos que muestro en
la fotografía. En este salón, con unas cien o ciento veinte sillas
elegantísimas, de un rojo intenso, se celebran a veces actos de carácter
sociales y conferencias.
Me detengo al final en una pequeña
salita, en donde el sonido de una parte a otra, debido a la estructura del
techo, amplía sensiblemente el tono de voz de las personas. Efecto que sabemos
se produce en algunos otros famosos edificios históricos de España, pero en
éste lo he vivido y de ello doy fe.
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