Una hermosa pagina de amor a su pueblo y de respeto a las tradiciones que heredaron del pasado, han escrito las mujeres de Alcocer en fechas todavía recientes. Tal y como les señala la costumbre, durante anos y siglos a lo largo de su historia, puntuales en la mañana del domingo siguiente ala festividad del Corpus Christi, cerca de setenta de ellas salieron a la calle vistiendo -emotiva y colorista- la indumentaria de las antiguas "Mayordomas", con el que se solía honrar cada ano hasta hace medio siglo en que dejo de celebrarse, a sus heroicas antecesoras que en plena Edad Media consiguieron ahuyentar alas huestes moras las cuales, siguiendo los retos mortales del Cid Campeador durante su traslado de Valencia a Burgos, venían arrasando vidas y haciendas por aquellos pueblos ribereños que surcan los cauces del Guadiela. En Alcocer como en casi todos los lugares de la comarca, y de Castilla entera, no había varones, estaban peleando en aquel enfrentamiento cruel e interminable a favor del rey o de sus correspondientes señores feudales por tierras lejanas.
Con una imagen de la Virgen sobre sus hombros, con gran valor y con no poco ingenio para adornar sus cuerpos: cintas de colores, baratijas brillantes, flores sobre sus cabezas y mantillas al uso, las féminas -cuenta la tradición- se pusieron en marcha al son de los tambores, intentando recibir por las afueras del pueblo ala caballería mora. No la llegaron a encontrar, puesto que, cobardes en el avance y bajo el temor de que aquella manifestación se tratara de un ejercito organizado que les saliese al encuentro, decidieron dar marcha atrás en tan buena hora, dejando con ello en paz a los pequeños núcleos urbanos sobre los que venia pesando desde hacia tiempo la cruz de la desgracia.
Luego, las mujeres de Alcocer siguieron celebrando el memorial de la gesta; vistiéndose como aquellas bravas compatriotas medievales; saliendo a la calle con la imagen de la Señora vestida como ellas; entonando cánticos de alabanza 0 de agradecimiento a la Madre de Dios, hasta que la costumbre se desvirtuó para convertirse en ofrenda de unas pocas y desaparecer como consecuencia de su calendario festivo.
En marzo de 1980, el todavía boticario de Alcocer, don Federico, hombre de sólida erudición, conocedor de la vida local como pocos y del porque de las cosas, contó el hecho a quien esto escribe. Se saco a la prensa a titulo de anécdota inmediatamente, lamentando su irreparable desaparición con todo lo que ello suponía de perdida en el fonda cultural de los valores heredados de Castilla. Algunos años mas tarde se volvió a insistir, también a través de la prensa, acerca de este asunto, comprometiendo a las mujeres de la villa para que reemprendieran de nuevo el camino de la tradición. Al final, las alcocereñas, con su alcaldesa, Gemma Nieto a la cabeza, aceptaron el reto y se pusieron manos a la obra: reuniones, charlas, pequeñas asambleas recabando información a las ancianas del pueblo acerca del vestido. El resultado quedó patente en la mañana del 28 de junio de aquel año, día de feliz memoria para Alcocer. La bellísima iglesia romanico-gótica de la villa se convirtió, por obra y gracia de sus mujeres en colorido campo de margaritas, sus calles en río de emociones, su ambiente en canto sonoro a la Virgen del Tremedal, su Patrona, vestida como una de ellas. La costumbre, con la raíz historia más antigua que conozco en esta provincia, habçia vuelto a renacer con fuerza.
(Nueva Alcarria, Julio de 1993)
Con una imagen de la Virgen sobre sus hombros, con gran valor y con no poco ingenio para adornar sus cuerpos: cintas de colores, baratijas brillantes, flores sobre sus cabezas y mantillas al uso, las féminas -cuenta la tradición- se pusieron en marcha al son de los tambores, intentando recibir por las afueras del pueblo ala caballería mora. No la llegaron a encontrar, puesto que, cobardes en el avance y bajo el temor de que aquella manifestación se tratara de un ejercito organizado que les saliese al encuentro, decidieron dar marcha atrás en tan buena hora, dejando con ello en paz a los pequeños núcleos urbanos sobre los que venia pesando desde hacia tiempo la cruz de la desgracia.
Luego, las mujeres de Alcocer siguieron celebrando el memorial de la gesta; vistiéndose como aquellas bravas compatriotas medievales; saliendo a la calle con la imagen de la Señora vestida como ellas; entonando cánticos de alabanza 0 de agradecimiento a la Madre de Dios, hasta que la costumbre se desvirtuó para convertirse en ofrenda de unas pocas y desaparecer como consecuencia de su calendario festivo.
En marzo de 1980, el todavía boticario de Alcocer, don Federico, hombre de sólida erudición, conocedor de la vida local como pocos y del porque de las cosas, contó el hecho a quien esto escribe. Se saco a la prensa a titulo de anécdota inmediatamente, lamentando su irreparable desaparición con todo lo que ello suponía de perdida en el fonda cultural de los valores heredados de Castilla. Algunos años mas tarde se volvió a insistir, también a través de la prensa, acerca de este asunto, comprometiendo a las mujeres de la villa para que reemprendieran de nuevo el camino de la tradición. Al final, las alcocereñas, con su alcaldesa, Gemma Nieto a la cabeza, aceptaron el reto y se pusieron manos a la obra: reuniones, charlas, pequeñas asambleas recabando información a las ancianas del pueblo acerca del vestido. El resultado quedó patente en la mañana del 28 de junio de aquel año, día de feliz memoria para Alcocer. La bellísima iglesia romanico-gótica de la villa se convirtió, por obra y gracia de sus mujeres en colorido campo de margaritas, sus calles en río de emociones, su ambiente en canto sonoro a la Virgen del Tremedal, su Patrona, vestida como una de ellas. La costumbre, con la raíz historia más antigua que conozco en esta provincia, habçia vuelto a renacer con fuerza.
(Nueva Alcarria, Julio de 1993)
NOTA: Desde entonces, todos los años en la mañana del domingo siguiente a la festividad del Corpus Christi, las “Mayordomas” en numero superior a cien y de todas las edades, vuelven a salir a la calle en Alcocer, dando lugar al espectáculo festivo más bellos y colorista que uno pueda imaginar.
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