Esto foi en o río, que chamar
soen Fenares, u el Rey caçar
fora, et un seu falcón foi matar
en el hua garça muit´en desdén.
Las "Cantigas de Santa María" son 420 composiciones escritas en ricas y variadas formas métricas, en las que se narran otras tantas leyendas relacionadas con la intervención de la Virgen como protectora en el quehacer de los hombres. Se pueden dividir en dos grupos distintos según su contenido: ejemplos puramente líricos y de alabanza, o narrativos, que son los más, y en ellos se cuenta la actuación sobrenatural de la Señora en algunos asuntos humanos, por lo general acontecimientos en caso límite. A este último grupo corresponde la Cantiga 142, la famosa cantiga de la garza, modelo en su estructura y como tal una de las más conocidas de nuestra literatura medieval.
Ocurrió,
como dice la primera estrofa, en las corrientes del río Henares, adonde el rey
Alfonso había venido a cazar; uno de sus halcones alcanzó y llegó a matar una
garza; pues, confiando en su clara superioridad, el halcón se hizo enseguida
con su víctima en las alturas, se lanzó sobre ella, y de un golpe duro
consiguió quebrarle un ala. La garza cayó al agua, pero era tal la corriente
del río, que los perros no pudieron entrar a recogerla, de manera que, impuesto
por fuerza mayor, se habría de dar la pieza por perdida. Mas el Rey no se
conformó con ello, gritó en medio de la concurrencia pidiendo que algún osado hiciera
frente a las aguas del río, alcanzara la garza y la trajera hasta él:
Mas el Rey deu voces. «Quen sera, quen
que entre pola garça e a mi
a traga logu´e aduga aqui?»
E un d´Aguadalffajara assi
disse: «Sennor, eu adurey aquen
do río».
«Señor, yo se la traeré a este lado del río», le dijo uno de Guadalajara. Y se metió al Henares con su botas, que no se las quitó, dice así la Cantiga, y se llegó hasta la garza, y la cogió por la cabeza e intentó volver porque se sentía muy honrado en dar la garza al Rey; pero el ímpetu el agua le hizo perder el equilibrio y dar vueltas alrededor, lo sumergió varias veces hasta que perdió el sentido. Acudió a la Virgen:
Ca a força d´agua assi o pres
que o mergeu duas veces ou tres;
mas el chamou a Virgen muy cortes,
que pariu Jesu-Crist´en Belleen.
Y todos al mismo tiempo se unieron a la súplica del desafortunado; también el Rey, que en medio de la zozobra de todos, que daban por perdida tanto a la garza como a la vida del atrevido rescatador, levantó su voz para anunciar que no le pasaría mal alguno, que no lo habría de consentir la Madre espiritual que nos guarda y nos tiene bajo su poder:
mas el rei disse: «Non averá mal;
ca non querrá a Madr´ espirital
que nos guarda e nos en poder ten.»
E assi foi; ca logo sen mentir
o fez a Virgen do río sayr
vivo e sao e al Rey vir
con ssa garça que trouxe ben dalen.
E foy-a dar log´al Rey manaman,
que beizeu muit´a do bon talan
por este miragre que fez tan
gran,
e todos responderon log´: "Amen."
La historia que se cuenta es sencilla y harto elemental; tampoco podemos saber si tiene como base un hecho cierto o se trata de mera literatura, de ficción, que por haber llegado hasta nosotros desde tiempos que escapan de la memoria, volviendo a emparejar a esta tierra con los primeros vagidos de nuestro idioma convertido en arte, pueda servir, cuando menos, para afianzar en aquellos que todavía lo duden, la excelente posición de nuestros lugares dentro de la cultura española desde sus orígenes, unas veces como escenario de acontecimientos dignos de permanecer escritos (éste es el caso), otras como cuna o residencia por vida de personajes notables, mecenas y artífices de la peana sobre la que se apoya casi todo lo que ahora somos. De ello dan fe los múltiples monumentos que todavía lucen su piedra vieja en las orillas de nuestros pueblos, bien en forma de castillo en ruinas, de monasterio, de ermita o de catedral; bien en manojos de versos rancios como las jarchas, las cantigas, los poemas épicos, los romances viejos, o la poesía lírica del Arcipreste, en donde aún se respiran los aires puros de la tierra de Guadalajara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario