Una visita a la villa de Fuentes de la Alcarria, colgada sobre una lengua de terreno junto a la carretera que baja desde Torija a Brihuega, a la que abraza, a manera de inmensa herradura, el barranco donde nace el río Ungría
Recuerdo cómo el día que anduvo por allí don Camilo en su segundo viaje (el 6 de junio de 1985), en la Alcarria hacía un sol de justicia. Hoy también hace sol, pero de menos justicia. Uno siente necesidad de abrigarse para evitar catarros a consecuencia del vientecillo que sube del valle del Ungría. Fuentes de la Alcarria es un pueblo hermoso, un pueblo la mar de original, un pueblo con una sola puerta de entrada y de salida que recibe al mundo bajo un arco de piedra, como en la Roma Imperial se recibía a los Césares y a sus ejércitos al volver victoriosos del campo de batalla.
A Fuentes de la Alcarria se llega por un ramal de carretera estrecha que sale, viajando hacia Brihuega, como a unos quinientos metros antes de encontrarse con el copudo cedro y el ruinoso palacio de Don Luis, uno más de los símbolos de la Alcarria. La entrada a Fuentes está precedida por un jardinillo romántico, a manera de parque infantil, donde en el verano de 1996 se instaló un artístico monumento de mármol blanco en homenaje a la mujer alcarreña. Nada más justo y más acertado como motivo y como lugar. Al sitio se le llama Parque de la Voluntad, y fue inaugurado el 28 de agosto de 1991, coincidiendo, por lo que se puede advertir según la fecha, con la fiesta de San Agustín, patrón del pueblo. A un lado y a otro las profundas barranqueras por donde nace el río Ungría: regato, arroyo, y río después, a medida que va tomando agua de otros manantiales antes de unirse al Matayeguas y desembocar en el Tajuña. Las profundas barranqueras abrazan al pueblo dibujando una especie de herradura, y que al final escapa por la anchurosa vega hacia el poniente, vitalizando las tierras de Valdesaz y de Caspueñas, una de las subcomarcas más interesantes de toda la Alcarria.
Se entra al pueblo hemos dicho bajo un arco de piedra al que precede en mitad de una plazuela la histórica picota. El arco es una puerta abierta en la antigua muralla, y la picota el símbolo de villazgo, lo más importante que hoy queda a la vista de sus pasadas glorias. Fuentes, con su medio centenar de almas, más bien escaso, colgado sobre una loma alcarreña a los cuatro vientos, tuvo una importancia en el pasado que nadie sospecharía hoy a la vista de su soledad y de su silencio. Poseyó murallas, tuvo castillo, y tuvo un señor, don García Barrionuevo de Peralta, que durante la segunda mitad del siglo XVI lo enalteció y enriqueció, como bien merecía la que habría de ser en su tiempo y en el tiempo de sus sucesores, cabecera de un importante señorío que vendría a durar algo más de cien años.
Fuentes de la Alcarria, contando con el espacio tan reducido de terreno que tiene a lo ancho para desenvolverse, es un pueblo de calles estrechas. La Calle Mayor lo recorre por mitad a todo lo largo. A un lado y a otro van surgiendo callejas trasversales, o paralelas que acaban siendo mirador hacia el barranco: Calle de las Bodegas, Calle de la Solana, de la Fragua, de la Casa Vieja, y detrás de la espadaña altiva de la iglesia la Plaza de la Reina María Cristina. Desde el mirador que hay junto a la Plaza de María Cristina se advierten, escalonadas ladera arriba, las nogueras desnudas entre el matorral, y allá a lo lejos, ya en el llano alcarreño junto a la carretera que baja hacia Brihuega, el inequívoco ramaje del cedro en el palacio Don Luis.
En cualquiera de los rincones que nos van saliendo calle adelante al andar por la villa de Fuentes, pudo haber nacido a mediados del siglo XVI el Padre Miguel Urrea, misionero en América, al que los indios chumchos dieron muerte a golpes de martillo el 28 de agosto de 1597, casualmente el mismo día en que en su pueblo natal celebraban la fiesta mayor de San Agustín; o su contemporáneo y homónimo en nombre y apellido, tal vez de la misma familia, el arquitecto Miguel de Urrea, traductor del romano Vitrubio, quien señaló los caminos más convenientes para trasplantar el arte renacentista italiano al gusto español. Alguna de las viejas casonas de la Calle Mayor se nos antojan como posible cuna de cualquiera de ellos, o de ambos quizá.
Se cuenta que tras las victorias de Brihuega y Villaviciosa por parte de los ejércitos del aspirante al trono de España, el francés Felipe de Anjou, más tarde Felipe V, primero de los Borbones que aquí ciñó corona, el propio Rey con un nutrido séquito de incondicionales, hacia las vísperas de la Navidad del año 1710, se dieron cita en la villa de Fuentes para rezar un solemne Tedeum ante la imagen de la Virgen de la Alcarria, en acción de gracias por haber conseguido en aquellos llanos alcarreños la sucesión en el trono vacante que dejó al morir sin hijos el rey Carlos II, después de una serie de batallas sangrientas contra el otro aspirante, el Archiduque Carlos de Austria, y que acabaron allí.
La Virgen de la Alcarria, advocación única que se conoce en toda la Provincia y fuera de ella, es la Patrona de Fuentes. Su imagen se venera en la iglesia del pueblo; es pequeñita en tamaño y luce sobre su cabeza una corona real. La primitiva imagen de la Virgen de la Alcarria desapareció en aquel doloroso verano del año treinta y seis, y sería la que, a ser cierto lo que cuenta la tradición, recibiría el homenaje real en su recoleta iglesia pueblerina días después de concluir la última batalla de la Guerra de Sucesión y primera de las que fueron escenario aquellas tierras; pues los más viejos del lugar todavía recuerdan con horror lo que habría de ocurrir dos siglos más tarde en los encinares vecinos de al otro lado de la carretera, donde se contaron por miles los españoles y los italianos que murieron en un enfrentamiento cruel, absurdo y sin razón, que sólo ha servido para ocupar unas páginas negras en nuestra historia reciente, la Guerra Civil, donde a fin de cuentas no ganó nadie y perdimos todos.
(En la imagen: Monumento a la mujer alcarreña, en el romántico jardín de la villa de Fuentes)
1 comentario:
CONCRETAMENTE ESA ESCULTURA SE LA HIZO MI YAYO A SU MADRE.
UN HONOR VERLO AQUI.
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