miércoles, 8 de agosto de 2012

LAS SIETE MARAVILLAS DE GUADALAJARA (y III)


(Continuación)

La Casa de Piedra de Alcolea del Pinar es el resultado del tesón sin límites y del trabajo de un campesino humilde, don Lino Bueno, que se vio en la necesidad apremiante de buscar cobijo para su numerosa familia, y no tuvo otra mejor idea que la de ahuecar, dejar vacía por dentro, una enorme peña de arenisca que le donó el ayuntamiento y habilitar vivienda en su interior. Concluyó su obra este buen hombre, trabajando con la ayuda de su mujer durante los ratos libres que le dejaban las faenas del campo, que solían ser las horas de la noche sin fronteras, alumbrándose con velones de cera y candiles de aceite. Veintiún años de duro trabajar le llevó el conseguirlo; pero al final, pudo ver su insólita proeza concluida. El resultado -cualquiera se lo puede imaginar- una vivienda incómoda e insuficiente, apretada para los quince hijos que hubo en el matrimonio, para la burra y para las gallinas que, lo mismo que las personas, también pudieron vivir bajo techo. Dos plantas, con escalera en la roca para subir y bajar, cocina, pasillo de entrada, comedor, despensa con vasares -todo de piedra-, dormitorio en el piso de arriba con amplio ventanal y balcón a la calle… Ahí está todavía la Casa de Piedra, tal como la dejó al morir aquel héroe de la mitología guadalajareña, del que algunos hijos, muy ancianos, siguieron viviendo dentro, al arrullo del buen nombre y del recuerdo de sus padres.


Dos reyes de España, con un intervalo de medio siglos, pasaron por la Casa de Piedra para conocer aquella obra increíble: Alfonso XIII en el año 1928, y Juan Carlos I con la reina doña Sofía, en la primavera de 1978. Uno piensa que, sabida por todos esta maravillosa historia de trabajo, la Casa de Lino Bueno sigue siendo uno de los principales motivos de interés que tiene la provincia, y que por ello merece estar aquí.


Los Jardines de Brihuega dan un sentido especial a la ciudad donde se instalaron y a toda la Alcarria también. Si algún día llegasen a faltar del altillo de la Real Fábrica en donde se encuentran, la Alcarria sería diferente, menos hermosa.

Los datos que acerca de los Jardines de Brihuega me ha sido posible recoger, aportan como ideas básicas que los terrenos fueron adquiridos hacia el año 1840, después de la Desamortización, por el ilustre brihuego don Justo Hernández Pareja, quien, a instancias de su esposa doña Ana, accedió a convertir todo aquello en jardín, desde donde se dejara ver la maravilla de la vega del Tajuña con todos sus contrastes. Un lugar que rezuma la calma y las esencias todas del campo de la Alcarria en cada puesta de sol; algo duradero que legar a las generaciones futuras, y un bello rinconcito sin parangón donde vivir en soledad las románticas noches de Brihuega.


Hay noticia de que su fundador consultó, antes de emprender los trabajos de acondicionamiento, con expertos jardineros italianos y con otros de la Francia de los Luises, a fin de convertir aquellas tierras altas extramuros en algo sublime, en algo que escapara por mucho de las sendas de la mediocridad. El resultado fue óptimo, no pudo ser mejor. Pasado el tiempo, los Jardines se fueron convirtiendo en un símbolo imperecedero de Brihuega y de toda la comarca alcarreña.

Si se considera la influencia francesa en la España del XVIII, y aun en momentos posteriores, no debe de extrañar al visitante el gusto versallesco -salvadas las distancias- del sitio, en donde han crecido al amparo de sus cuidadores, las plantas del boj y del aligustre, los laureles, los cipreses y las palmeras de abanico, dibujando románticos pasadizos contorneados de flores, y arcadas vegetales hasta las que asciende, limpia y vitalizadota, la brisa de la vega, el soplo de la historia, y se vislumbra a sus pies el antojo orográfico de aquellas tierras cambiantes según las horas del día.

No sé. Hubiéramos seguido más. La lista de pequeñas y de grandes maravillas resulta infinita en esta Guadalajara de nuestros pecados; pero fue mi propósito de partida el señalar únicamente siete, cifra tópica en esta clase de medidas, y ahí están, reclamando la atención de quienes tienen la responsabilidad de cuidarlas, y de los posibles viajeros que las ignoren y que a partir de ahora las deseen conocer. Mi misión de sacarlas a la luz, creo que con lo dicho se puede dar por terminada.



No hay comentarios: