sábado, 24 de abril de 2010

LA GUADALAJARA DE CAMARILLO Y LAYNA

Nadie que sea consciente de la realidad cultural, social e histórica, de la provincia de Guadalajara, podrá poner en duda que esta tierra de la que somos o vivimos, ha sido una de las más estudiadas en todo nuestro mapa nacional. La razón no puede ser otra sino que el erudito y el intelectual de todos los tiempos puso en ella los ojos y el pensamiento desde los albores de nuestro idioma. Estoy seguro de que pasan del centenar los libros que tienen a la provincia de Guadalajara como tema exclusivo, y ello será por algo. Somos pocos y la provincia es grande, pero sobre lo que esta tierra fue y sigue siendo hay mucho que hablar y mucho que escribir, sin tener en cuenta lo ya hecho aunque se considere fundamental y haya que acudir a sus páginas como base segura en la que apoyarse.
De ese largo centenar de libros sobre Guadalajara escritos hasta hoy, vienen a ser no más de una docena los que ofrecen un interés especial, muy especial, libros imprescindibles y útiles en extremo para conocer esta tierra. Algunos de ellos no están a disposición de cualquiera, son difíciles de encontrar por no hallarse ya en los escaparates ni en los anaqueles de las librerías, lo que no deja de ser una lamentable contrariedad; y entre ellos, quizá el más deseado y el más difícil de adquirir sea éste al que hoy dedicamos nuestro tiempo y nuestro espacio; digamos que un poco también en homenaje de reconocimiento a sus autores, destacados personajes de la cultura guadalajareña del pasado siglo, y referentes perpetuos del arte de la fotografía y de la historia provincial según sus respectivas especialidades. Tomás Camarillo y Francisco Layna son sus nombres, y el título del libro al que hacemos referencia es La Provincia de Guadalajara limpia y llanamente; publicado en calidad excelente por Hauser y Menet de Madrid en 1948. La descripción gráfica de las diferentes comarcas guadalajareñas, en más de 500 fotografías, casi todas ellas de Tomás Camarillo, con algunas otras cedidas por el propio Francisco Layna, P.Archilla, J.Artiñano, García Hernández, López Olmeda, C.Mielgo, J.Reyes y Sanz y Díaz, con dibujos de Andrés Pastrana, es todo un tesoro bibliográfico que la Provincia ha de guardar como joya preciosa en el arca de la alianza de sus objetos más estimables, porque esta obra monumental, en efecto, lo es.
En tamaño 25 x 33, tapas duras y papel de primera calidad, la obra conjunta de Camarillo y Layna muestra en la portada el escudo a todo color de la capital, rodeado en tamaño menor por los escudos de los otros ocho partidos judiciales. Y siguiendo ese mismo criterio de dividir el mapa de Guadalajara en nueve partidos, se distribuyen en su interior los textos correspondientes a cada uno de ellos con las fotografías tomadas en sus villas y pueblos. La parte literaria, naturalmente, corre a cargo de don Francisco Layna Serrano, ya por aquellos años Cronista Oficial de la Provincia.
En una especie de prólogo que el Dr.Layna titula “Un pedazo de la España desconocida”, se hace referencia al cómo y el porqué del nacimiento de esta obra, que desde un principio, y aun tratándose un trabajo editorial de envergadura, contó con el pláceme de personas tan destacadas en la sociedad española de posguerra, como el Ministro de Educación Nacional en persona, don José Ibáñez Martín, quien, después de haber visto las fotografías en una exposición memorable colocada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde con algún ciento de ellas más permanecieron durante unos días a disposición de los madrileños que quisieron verlas, aconsejó que se publicaran sin reparar en gastos. Los ayuntamientos de muchos pueblos, con la Diputación Provincial a la cabeza, fueron los patrocinadores de aquel estupendo trabajo, del que —prestado, naturalmente— tengo un ejemplar en mis manos en este instante, ocupadas con los ojos y con el corazón en mirar y remirar, una y otra vez, las trescientas cincuenta y tantas páginas que tiene el libro.
Las fotos, unas a toda página y otras emparejadas de dos en dos en cada plana, se imprimieron en un suave color sepia que aporta al tema cierta idea de vejez, detalle que, sin duda y pasado el tiempo, favorece las imágenes en las que suelen estar representadas escenas pueblerinas, personajes curiosos con el atuendo rural de nuestros paisanos de casi un siglo atrás, calles, plazas, retablos de iglesias, imágenes sagradas, paisajes, rincones típicos, y manifestaciones populares en tardes de toros, de ronda o de procesión, es decir, la esencia pura de nuestras raíces en un documento simpar. Muchas de esas fotografías nos traen recuerdos de personas y de cosas irrecuperables: calles de pueblos desaparecidos bajo las aguas de un pantano, imágenes sagradas y retablos de iglesias destruidos durante la guerra civil, pueblos abandonados que se han ido convirtiendo en ruina poco a poco, y personas, en fin, tantas personas de entonces que a lo largo del pasado siglo han ido desapareciendo del mundo de los vivos y cuya figura queda ahí plasmada a perpetuidad, como la del propio Dr.Layna.
A la impresión que causó entre los madrileños aquel “pedazo de España” reflejado en las cartulinas que se expusieron en el Círculo de Bellas Artes, hace referencia el autor literario del libro en este párrafo: «Dada su proximidad a Madrid y los buenos medios de comunicación, era presumible que Guadalajara ofreciera escasas novedades a la curiosidad pública, y así lo creyeron muchos que estaban seguros de conocerla palmo a palmo; sin embargo la sorpresa fue general, la de estos presuntos conocedores llegó al colmo, y ante el cúmulo de insospechables y variados atractivos puestos ante sus ojos, hubieron de confesar que asistían a un verdadero descubrimiento.»
Al interés gráfico que ofrece el libro hay que unir la palabra autorizada del Cronista Oficial que, como ya se ha dicho, aportó a la obra unos textos que sellan de categoría lo que habría de ser el resultado final. Tras el prólogo, don Francisco Layna entra en material con una visión global de la Provincia a la que titula “Consideraciones sobre la Provincia de Guadalajara”. Después continuará aportando una visión similar, pero centrada en cada uno de los partidos judiciales como preámbulo a la información gráfica que vendría seguidamente. Los pies de foto en cada una de las imágenes, breves y explícitos, son así mismo un valioso orientador.
Imagínense un texto documentado y magistral, y medio millar de fotografías en un solo volumen, colocadas convenientemente por comarcas menores de esta Guadalajara diferente. Si acaso fuera cierto aquello de que una imagen vale más que mil palabras (afirmación en todo punto discutible, puesto que la palabra deja la puerta abierta a la imaginación, que es todo un mundo) tendríamos que convenir en que este tesoro de nuestra bibliografía provincial no sería, ni mucho menos, un simple volumen impreso con mayor o menor acierto, sino todo un tratado, extenso, rebosante en contenido, de la historia íntima de Guadalajara y de su propio escenario durante la primera mitad del siglo XX, de ahí que merezca encontrarse entre lo más selecto de nuestra documentación relativamente próxima. Lamentamos que no esté al alcance de todos.
(La foto de Camarillo que encabeza esta página fue tomada en Argecilla)

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