sábado, 26 de mayo de 2012

LA RADIO DE LOS AÑOS 50-60

                          
            Apenas cruzar la meta, el corredor de fondo se detiene jadeante y vuelve la vista atrás. Es el momento para que tú y yo, amigo lector, volvamos también la vista atrás luego de comprobar cómo pasaron a toda prisa las décadas del siglo XX que nos tocó vivir. En mi memoria aparece como una nebulosa la de los años cincuenta, la década en la que fui niño, que había de influir en el hombre que vino después de manera decisiva. Aquellos fueron los años en los que se tejió el cañamazo sobre el que, pasado el tiempo, había de asentar el hilo de mis ilusiones, de infancia primero y de adolescencia después. Como uno más de los chiquillos que por entonces acudían a diario a la escuela en un pueblo de agriculto­res, no tuve otro contacto con el ancho mundo que aquel que, gratuitamente en cada sobremesa y en cada noche, nos ofrecía el Telefunken que compró mi padre: con ojo mágico y todo, como el de don Eusebio, el médico, que era el mejor aparato que había en el pueblo.
            Pero entremos en materia aunque sólo sea como homenaje de gratitud hacia un medio que lo fue todo en nuestro país durante medio siglo, y que, después de atravesar dos décadas gloriosas, (del 45 al 65) se encontró con el más temible de sus adversarios: la televisión; escollo que consiguió salvar haciendo donación de una buena parte de su cometido, y ahí está de nuevo, acomodada en su parcela, como la televisión lo está en la suya y la prensa escrita en la que le corresponde, según las posibili­dades -similares y distintas- de uno y otro medio.
            La imagen, viva y bullidora aún en los rinconcillos de la mente, perdura muchos años después. Las cinco de la tarde. Los escolares, entre carreras, saltos y gritos, salen de la escuela. Cada grupo de chiquillos escapa por la esquina de la plaza que le lleva a su barrio. Las calles están vacías. Algún anciano dormitea al sol sentado en su sillón de mimbre, junto al perro que duerme estirado sobre la acera. Las mujeres, todas las mujeres, están recogidas al lado del receptor escuchando "Lo que nunca muere"; luego "Un arrabal junto al cielo"; pasado el tiempo "Ama Rosa" de Sautier Casaseca, que mereció subir al cine con Imperio Argentina como protagonista. "Dos hombres buenos" de José Mallorquí, también paralizaría años después las calles de España. Pedro Pablo Ayuso, Matilde Conesa, Eduardo Lacueva, Juanita Ginzo, Matilde Vilariño y algunos más, ponían la voz, y el resto de las mujeres de España la emoción y, a ratos, las lágrimas cada tarde. El comentario con las vecinas vendría a la mañana siguiente, con la radio como fondo anunciando el Colacao, el DDT Chas, los tintes Iberia o el Servetinal, entre "El emigrante" de Valderrama y las "Coplas de picadillo" de Carmen Morell y Pepe Blanco.
            Los sábados por la noche se repite el mismo fenómeno de la escucha masiva; eran programas de radio que entretenían y ponían en tensión a millones de españoles: "Fiesta en el aire" primero, y "Cabalgata fin de semana" después, con canciones en directo, concursos que se hicieron famosos, desfile de humoristas, cuñas publicitarias que llegaron a conseguir entre la gente una popularidad increíble...; y dos voces maestras entre otras muchas: la de Bobby Deglané, un chileno que consiguió con su nuevo estilo revolucionar las maneras de hacer radio, y la de José Luis Pécker, la más señorial, elegante y sonora, de todos los profesionales que por entonces viajaron por las ondas.
            No existían los aparatos portátiles en aquel tiempo, lo que obligaba al público oyente a quedarse en casa para escuchar las radio; y así, se echaban horas y horas de asueto los domingos por la tarde a escuchar las retransmisiones deportivas de Matías Prats y de Enrique Mariñas, desde los distintos campos de fútbol de primera división, o las mañanas de Radio Nacional con los programas religiosos del padre Venancio Marcos, que solían encontrar su punto álgido en las conferencias cuaresmales de Fray Antonio Royo Marín, desde la basílica de Atocha, una emisión que consiguió se instalaran aparatos de radio en algunas iglesias, para que los fieles que en su casa no tuviesen receptor, la pudieran seguir desde los fríos bancos de la parroquia.
            Poco después un programa benéfico, dirigido y presentado por Alberto Oliveras, entró con fuerza desde los micrófonos de Radio Madrid a los hogares de toda España. Se trataba de "Ustedes son formidables", que con el aliciente de algunos compases del Nuevo Mundo de Dvorak como sintonía, y la voz tocadora de conciencias de su presentador, conseguía casi todas las semanas la solución de un caso apremiante de ayuda al prójimo, con la aportación generosa de los radioyentes. Tengo la satisfacción, grande por cierto, de haber colaborado con él desde Valencia durante varios años.

            Los noticiarios de Radio Nacional de España se transmitían a las dos y media de la tarde y diez de la noche, en conexión con toda la radio española por imposición gubernativa. Las voces de Lope Mateo y David Cubedo, sirvieron durante años y años las noticias de España y del mundo a los millones de oyentes que a diario escuchaban "el parte" en todo el país.
            Ante la sospecha de que las noticias les llegasen filtradas por el tamiz de la censura, hubo españoles que, aun a riesgo de ser descubiertos y señalados como no adictos al régimen, escuchaban en privado las noticias que en lengua española emitían a una hora determinada de la noche algunas emisoras extranjeras, tales como Radio París o la BBC de Londres, que solían ofrecer la misma información que la radio oficial, pero con diferentes matices; no así la más comprometida de las emisiones que llegaban desde fuera a través de Radio España Independiente, estación del Partido Comunista que por aquellos años trasladó su equipo emisor desde Moscú a Bucarest. El régimen procuraba interferir la emisión con ruidos incontrolables, por lo que los adictos a dicha fuente de noticias, tenían que hacer juegos malabares con el mando para poderse enterar de lo que en cada momento dictaba el partido. Una revista de la época comentaba, respecto a la llamada Estación Pirenaica, cómo se afirmó varias veces que el régimen de Franco estaba a punto de caer, y que en alguna ocasión también se dijo que los ferrocarriles de Canarias estaban en huelga, cuando al oyente le constaba que en las islas no había trenes. En fin, detalles curiosos y pintorescos de una España sufrida, diferente, a la que poco a poco se le va dando la vuelta como a un calcetín, y en la que todavía queda tanto por hacer y por mejorar. Confiamos en que la radio actual, hija casi irreconoci­ble de aquella de los años cincuenta, pondrá cuanto esté de su parte para conseguir lo antes posible la España de nuestros sueños.
            - Oiga, señor redactor. Creo que se le ha olvidado algo importante.
            - ¡Ah!, pues puede ser. ¿Qué es ello?
            - Los discos dedicados de Radio Andorra ¿no le parece? Menudas trasnochadas en mi pueblo oyendo la radio cada noche...
            - Tiene usted razón, amigo. Disculpe. Yo era muy pequeño entonces y me solía ir a la cama enseguida; pero quiero recordar aquellas listas interminables de nombres que precedían a la emisión de un disco de la Piquer, de Antonio Molina o de Machín. Creo haber oído que el "Madrecita" de Antonio Machín se sirvió a los oyentes después de casi una hora de dedicatorias, en las que los locutores se tenían que turnar cada diez minutos. Las familias, y a veces el vecindario, se reunían hasta altas horas para escuchar los discos dedicados en las noches de invierno.
            - Ahora la cosa queda mejor ¿No le parece?
            - Sí señor, queda mucho mejor, ya lo creo. Muchas gracias.
            - Las gracias a usted, caballero.
(En las fotografías: Con José Luís Pécker en los olivares de Baeza, año 2006; una radio de los años sesenta, y Con Alberto Oliveras, planeando un programa de Formidables en el año 1971)

2 comentarios:

Licenciado Malpartida dijo...

Le felicito por esta semblanza, que comparto en casi todo. Utilizaré, con su permiso, parte de ella en las XII Jornadas del Emigrante, en mi pueblo (Malpartida de Plasencia, Cáceres), citando claro está la procedencia. En el evento cultural y etnográfico citado homenajearemos a la radio y su mundo.
Un saludo muy cordial.

Florentino Rodríguez Oliva

Claudia dijo...

Me ha servido de gran ayuda su artículo. ¡Le felicito por su brillantez!
Un saludo